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La cultura nos define como cubanos

Publicado el 23 octubre 2014 en Mesa Redonda

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda [1]

Fotos de Roberto Garaicoa

La Mesa Redonda de este jueves volvió sobre un tema crucial: las coordenadas que sigue el país en materia de política cultural y comercial, cuánto una se subordina a la otra y cuáles son las esencias que se definen en todo el entramado institucional que le da soporte a la proyección de las manifestaciones artísticas.

Rafael Pérez Malo, vicepresidente del Consejo de Artes Escénicas, argumentó que pueden convivir cultura y mercado porque el Estado es su garante. “El Consejo tiene para garantizar una programación jerarquizada una docena de instituciones que pueden acompañar esa política artística”.

Todas estas acciones, comentó, refuerzan la capacidad de diálogo que tiene la escena cubana, que tiene entre sus instituciones más importantes el Centro de Teatro de La Habana, que agrupa al  50 por ciento de los artistas de las tablas. “Tenemos igualmente empresas como la Agencia Caricato, el Centro Promotor del Humor…, y para lo que ellos hacen se les da un70 por ciento de los ingresos de forma presupuestada, y el otro 30 por ciento es producto de la autogestión de los diversos grupos”.

Hizo énfasis en la importancia del equilibrio, porque las cifras de ingreso a la enseñanza artística tienen que estar en función de la demanda. “No deben formarse nuevos artistas que después no encuentren espacios donde desplegar su talento. Por ello se hizo un análisis muy casuístico agrupación por agrupación. Al mismo tiempo se analizan las unidades  docentes para jóvenes titiriteros, porque los graduados no se dedican mucho a esta propuesta, que para nosotros es tan importante”.

Para el Presidente del Consejo de las Artes Escénicas, “el mayor reto es tener instituciones culturales más eficientes, más efectivas y que nunca olviden la vocación de servicio. Tampoco podemos tener un diálogo con los creadores si no les tenemos un espacio para que ellos proyecten sus discursos expresivos. Julián González, el actual ministro de Cultura, ha tenido como obsesión la dignificación de la mayoría de nuestros teatros.  El Consejo Nacional de las Artes Escénicas administra prácticamente el 80 por ciento de estas instalaciones”.

Mencionó que cuando se habla de la programación, él piensa siempre en los instrumentos para conformarlo. “Hay eventos priorizados por el Ministerio de Cultura, el Instituto Cubano de la Música, el propio sector de las Artes Escénicas… todo esto se tiene en cuenta en la conformación de la política cultural”.

En su intervención, ponderó todo lo que se hace de teatro comunitario que inunda los lugares más recónditos. “Es una labor muy importante que hacen las artes escénicas, que es perfectible, por supuesto, pero que persigue el propósito de la conquista permanente de los públicos”.

Las opciones culturales, expresó, es algo que defendemos a ultranza: al año tenemos más de cien propuestas y eso solo a cargo de nuestro Consejo, hay otras más instituciones que conforman el amplio abanico de proposiciones culturales.

Sobre cómo se redistribuyen los aportes financieros habló Nadia Naranjo Pons, directora de Industria y servicios culturales, quien manifestó que el sistema de la Cultura está conformado por instituciones presupuestadas nacionales y las territoriales, así como por las empresas.  Hay un total de 24 empresas, de las cuales solo aportan 7 y de estas solo dos –Artex y el Fondo de Bienes Culturales- tienen aportes financieros relevantes. Al tiempo que remarcó que ninguna política comercial no se subordina a la política cultural.

Explicó que el aporte se distribuye de la siguiente forma: el diez por ciento se dedica a la enseñanza artística, el 22 por ciento a los institutos (el del libro, el de la música y el de cine) y consejos nacionales (artes escénicas y plásticas, casas de cultura y a patrimonio), el otro 22 por ciento se destina a las instituciones de las provincias, y el resto a las instituciones y otras estructuras nacionales (la Casa del Alba Cultural, y el Centro Juan Marinello, entre otros).

Este, dijo, es solo el esqueleto que da paso a la política cultural y facilita la creación. “Por ellos transita la creación misma. Por ello todos juntos deben marchan con la política cultural. Deben ser instituciones dispuestas a respaldar los talentos y deben realizar los productos y los servicios culturales que respondan a las calidades artísticas… son las entidades por las cuales se canaliza el arte, por ello deben favorecer estos procesos”.

Señaló la necesidad de que cada vez más se integren a esta política otros organismos como el Turismo, para que vean a la cultura como un proceso integral.

Se detuvo en que los institutos y consejos son los que validan lo que después generan las empresas, porque la gestión comercial no se divorcia de la propuesta artística que se jerarquiza por la política.

Interrogada sobre el diseño recreativo, precisó que los centros culturales son generadores de empleo para los artistas, y no solo se benefician los artistas, sino el propio artista.

Abel Acosta, viceministro de Cultura, sostuvo que los conceptos fundacionales de la política cultural de la Revolución están más vigentes que nunca. “El posmodernismo no viene a listar o a establecer las reglas del juego. La cultura nacional es esencia del alma misma del país. La cultura es quien refuerza los rasgos identitarios, entonces no podemos estar hablando de otra cosa que de la cultura socialista”.

Destacó que lo primero que hizo la Revolución fue poner el libro al alcance de la población y hoy sigue al alcance de la población. “Los presupuestos de la cultura en nuestro país no son nada despreciables. El Estado socialista dispone más de 800 millones a la cultura. Y con esa misma voluntad con que la Revolución hizo la Campaña de Alfabetización y publicó como su primer libro El Quijote, después de que pasó el ciclón en Santiago, Julián dijo que lo primero que había que salvar era la cultura, y una de las primeras intervenciones que se hicieron fue restablecer el Museo Bacardí y el Teatro Heredia. Esa decisión se tomó allí, y eso es voluntad política”.

Alegó que voluntad política también es que hay 127 bandas de conciertos, un movimiento de casi 30 coros profesionales, y eso no lo puede resolver el mercado. “Otra cosa es que hay propuestas que dependen de la industria, como el libro, el disco, pero qué más quisiéramos que Cubadisco fuera una gran fiesta donde podamos vender muchos discos, pero hoy no es posible con el alcance que quisiéramos. Ahora estamos en un proceso fortísimo para revitalizar nuestra industria de instrumentos musicales. Se trabajó en ello en Santiago de Cuba, en Camagüey y ahora estamos en La Habana”.

Argumentó, al referirse al valor de la cultura, que cuando se enseña a amar la cultura, ese ser humano será un patriota. “Y los valores hay que enaltecerlos, hay que cuidarlos. Aunque hay procesos comerciales que son necesarios, pero en ello no se puede perder ni la calidad ni la intencionalidad”.

Subrayó que “no podemos ir las instituciones por un lado tratando de promover lo mejor, y la radio y la televisión estableciendo otras pautas. Por eso hay una voluntad de cerrar filas y tener mejores resultados en ese terreno”.

También precisó que  hay que ver el sistema como un entramado, en la que tenemos una enseñanza artística que hemos declarado intocable, y a la que se le dedican 90 millones de dólares cada año. Aunque no se puede perder de perspectiva que “nuestras instituciones tienen que dinamizarse, y deben para ello ser más pequeñas, con mejores cuadros, mejor equipadas, y con mayor capacidad en la gestión cultural”.

Igualmente ponderó que “la cultura nacional precisa de una industria que le sirva de soporte para el engranaje de los procesos, pero no ha renunciado ni renunciará jamás a su misión formadora de valores. La cultura nacional es escudo y espada de la nación, sostén de su identidad a través de todo lo que nos define y enaltece como cubanos”.

La Mesa Redonda dedicó su emisión a las intervenciones de directivos de las instituciones del Ministerio de Cultura sobre la política cultural, la economía de la cultura, la creación artística, la defensa del patrimonio y otros temas de interés.

Rafael Pérez Malo, vicepresidente del Consejo de Artes Escénicas, argumentó que pueden convivir cultura y mercado porque el Estado es su garante. “El Consejo tiene para garantizar una programación jerarquizada una docena de instituciones que pueden acompañar esa política artística”.

Rafael Pérez Malo, vicepresidente del Consejo de Artes Escénicas hizo énfasis en la importancia del equilibrio, porque las cifras de ingreso a la enseñanza artística tienen que estar en función de la demanda. “No deben formarse nuevos artistas que después no encuentren espacios donde desplegar su talento. Por ello se hizo un análisis muy casuístico agrupación por agrupación.

Sobre cómo se redistribuyen los aportes financieros habló Nadia Naranjo Pons, directora de Industria y servicios culturales, quien manifestó que el sistema de la Cultura está conformado por instituciones presupuestadas nacionales y las territoriales, así como por las empresas.

Abel Acosta, viceministro de Cultura, sostuvo que los conceptos fundacionales de la política cultural de la Revolución están más vigentes que nunca.


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