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La cultura cubana no se subordina al mercado

Publicado el 24 octubre 2014 en Mesa Redonda

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda [1]

Fotos de Roberto Garaicoa

En Cuba, la cultura no se subordina al mercado. El sistema económico de la cultura se ha supeditado a las necesidades que se derivan de la naturaleza del arte y de cada manifestación artística en particular. Porque la política cultural está dirigida a que nuestro pueblo tenga una oferta cultural de calidad, rigor creativo y humanista y la política económica que se diseña responde a esos propósitos.

Este concepto hilvanó las tres Mesas Redondas que se dedicaron a profundizar en la política cultural y en la economía de la cultura, y que tuvieron como colofón el intercambio de los panelistas —Abel Acosta, viceministro de Cultura; Jesús David Curbelo, del Centro Dulce María Loynaz; y Anneris Ivette Leyva, jefa de Comunicaciones del Mincult—, con los seguidores de estas emisiones.

En la edición del viernes, se insistió en que uno de los muchos retos que acompaña al sector es mantener el rigor en el pensamiento y estudio de nuestra realidad y su transformación, así como la responsabilidad moral, social y cultural que todos los días se asume frente a la obra y en el quehacer cotidiano.

Se precisó que para el sector artístico se establecieron regulaciones, publicadas en la Gaceta Oficial Extraordinaria de fecha 13 de octubre de 2013 que pueden ser consultadas por los interesados, con el propósito de implementar la Ley Tributaria adecuadas a sus características. Los creadores y artistas pagan impuestos sobre Ingresos Personales que reciben como resultados de la comercialización de los bienes y servicios a través de las entidades que los representan.

Igualmente se puntualizó que la política cultural de la Revolución Cubana permite que nuestros creadores, que por motivaciones artísticas, económicas o personales desarrollen su labor en cualquier parte del mundo, puedan mantener sus presentaciones en Cuba. Muchos de ellos han declarado que necesitan la confrontación con su público para la materialización de su arte y otros que necesitan estar acá para poder sentir las inquietudes que le permitan con posterioridad componer, escribir, pintar, etc. En los últimos años han regresado muchos artistas que se han insertado en la vida cultural con mayor o menor presencia en los medios y la programación. Para nadie es un secreto que los espacios de presentación para los artistas no son los suficientes, ni se logra que las instituciones en ocasiones gestionen fuentes de empleo que den respuesta al talento artístico que solamente en la música está en el orden de los 15 000 músicos, ni tampoco que los medios reflejen siempre lo mejor de las distintas manifestaciones artísticas, tema que se está trabajando intensamente con el ICRT.

Los panelistas reconocieron que los espacios que hoy existen para compartir con amigos y familiares no satisfacen, de forma general, las necesidades que hoy tienen los jóvenes, y es cierto que no pueden todos acceder a determinadas instalaciones para el esparcimiento y disfrute, pero también es cierto que todos: las instituciones culturales, las escuelas, los medios, la familia, la sociedad en su conjunto, debemos trabajar por educar a los jóvenes para que reconozcan y asistan a diferentes opciones para emplear su tiempo libre de forma productiva.

“Ir a un teatro a ver la presentación del Ballet Nacional de Cuba o de Omara Portuondo resulta un lujo que en cualquier país, solo podrá disfrutarlo quien tenga muy buena posición económica para pagar los altos precios de las entradas. Aquí los precios permiten el acceso del público, y de los jóvenes más, pues se mantiene la política de su rebaja de precio para el sector estudiantil”, destacó Abel Acosta.

En la capital en particular, se han tratado de crear circuitos para una programación cultural diversa, estable y de calidad artística. Así la calle Línea anida un conjunto de Teatro y Salas que mantienen una programación dinámica, con importantes artistas y agrupaciones teatrales, danzarias, musicales, con un público que en los últimos años se ha hecho asiduo y dentro del cual, los jóvenes están bien representados. También los cines en la calle 23, con la voluntad de promover el uso múltiple de esas instalaciones, no solo proyectan estrenos cinematográficos, sino que programan a humoristas, artistas circenses, solistas, agrupaciones musicales de pequeño formato, y espectáculos que resultan opciones para disfrutar a precios módicos.

De cualquier forma, las instituciones deberán continuar perfeccionando las opciones culturales para la población; garantizando la calidad de las ofertas, y atendiendo con prioridad el tema precio para el acceso a estas.

Se explicó además que la decisión de regionalizar la enseñanza de las artes plásticas en el país no fue apresurada ni festinada, tardó dos años de análisis y evaluaciones. Se tuvo en cuenta la experiencia y resultados artístico-pedagógicos de los claustros, las condiciones de cada instalación y también los costos de esa formación.

Los directivos ahondaron en que la fuerza de la música cubana y la calidad de nuestras agrupaciones bailables no se corresponden con la presencia de las mismas en presentaciones públicas para nuestra población. Esta responsabilidad es compartida, pues se necesita el apoyo de los gobiernos para buscar los espacios adecuados para estas presentaciones con sistematicidad en plazas cerradas o abiertas, en espacios deportivos, en lugares que permitan el disfrute de los jóvenes con las condiciones necesarias, para que además de la música tengan otros servicios culturales y gastronómicos. El Ministerio de Cultura y sus instituciones buscan hoy alternativas de espacios multifuncionales sin renunciar a la labor social que realizan los artistas en las giras por los barrios. La intención es multiplicar las opciones. De igual forma, dijo Abel Acosta, desde hace más de 10 años el Instituto Cubano de la Música garantiza a cada municipio del país una agrupación de música popular en sus festejos populares.

Anneris Ivette Leyva se detuvo en que la promoción tiene que ser una herramienta de la política cultural, mediante la cual se genera un entorno de facilitación y disfrute. Al tiempo que apuntó alguna de las bondades de la política cultural cubana: si un niño pequeño desea ser bailarín, solo tiene que preocuparse por su talento, como tampoco nuestro público tiene angustias por el costo de las entradas a los principales centros culturales. “Por lo que la promoción tiene que ajustarse a eso, y privilegiar  lo mejor de nuestro arte”.

“En el mundo, añadió, vemos que la promoción está más vinculada al marketing y a la publicidad porque responde a las lógicas del capital. Nosotros, en cambio, reflejamos nuestro mejor arte”.

Entre los mayores retos del Mincult, citó la actualización tecnológica. Aunque ponderó los tremendo esfuerzos de la red Cubarte, que tiene unas 110 conexiones en su nodo central, las cuales se expande a través de todo el sistema estructural del sector.

“Debemos asimilar las nuevas tecnologías de la información y otros conceptos de creatividad, porque debemos tratar de convertirnos en líderes que contrarresten cualquier proceso de desideologización”.

Alegó que hoy son cuantiosos los recursos que se destinan al sector, pero que las necesidades también son mayores, porque la democratización de la cultura es muy grande.

El viceministro Abel Acosta advirtió que las casas de cultura son las instituciones más importantes del sistema, y que hoy son más de 400 en el país, de las cuales casi cien tienen un estado comprometido, pero que se está trabajando en ello.

En la Mesa Redonda directivos del Ministerio de Cultura y sus instituciones responderieron las preguntas y opiniones de la población sobre la cultura cubana: jerarquía y mercado.

Abel Acosta, expresó que en la capital en particular, se han tratado de crear circuitos para una programación cultural diversa, estable y de calidad artística.

La periodista Aixa Hevia dió a conocer las inquietudes planteadas por la población a las cuáles se les dió respuesta.

Anneris Ivette Leyva se detuvo en que la promoción tiene que ser una herramienta de la política cultural, mediante la cual se genera un entorno de facilitación y disfrute.

Jesús David Curbelo, del Centro Dulce María Loynaz coincidió en que la política cultural está dirigida a que nuestro pueblo tenga una oferta cultural de calidad, rigor creativo y humanista y la política económica que se diseña responde a esos propósitos.


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