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¿Es la honestidad un valor en desuso?

Publicado el 7 noviembre 2014 en Mesa Redonda

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda [1]

Fotos de Roberto Garaicoa

La honestidad no es un hecho abstracto. Aunque habite en la espiritualidad de los seres humanos, se corporiza en los actos cotidianos, en la consecuencia de la conducta, en el hilo de la vida. Y llega a ser tan palpable y necesaria, que si se quiebra se avizora una erosión abrupta en la sociedad. Por ello se impone salvarla, ponerla a buen recaudo, porque como decía mi abuelo, con esa sabiduría moral que antepuso a cualquier difícil coyuntura: “Se puede ser pobre, pero no deshonesto”.

Para la psicóloga Roxanne Castellanos, quienes bien han cultivado este valor lo incorporan naturalmente a sus prácticas y lo conservan como una convicción que no hay que forzarla y es muy difícil desmontarla. “Quienes así proceden no pierden la honestidad por endurecida que estén las circunstancias”.

Ricardo Ronquillo, subdirector del diario Juventud Rebelde, aludió a que la forma en que se forjó la nación cubana está marcada por el sentido de la ética y de la honestidad. “Cuando Martí habla de la República que había que fundar, se refiere a una República moral. Por lo que la nación nuestra está atravesada por esa coherencia entre el pensar y el hacer”.

El directivo hizo énfasis en que los cubanos son esencialmente honestos, al tiempo que precisó que hay dimensiones como la familiar y la social que deben seguir estimulando esa condición, de lo contrario podría perderse.

Roxanne Castellanos sumó al análisis que hay costados muy sensibles que no se pueden descuidar, por ejemplo, no se puede obviar que cuando un maestro estimula al niño a hacer un trabajo extraclase y luego participa del fraude de que los padres se lo hicieron y lo reconoce aún presintiendo esa realidad, se pueden correr los límites y estimular las dobleces.

En esa cuerda de pensamiento, Ronquillo advirtió que una periodista le había comentado que en Cuba la honestidad costaba muy caro. “En las circunstancias de nuestro país mantener una conducta coherente es muy difícil. Es que no se puede soslayar que a veces se da un conflicto entre lo legal y lo legítimo. Es decir, se pueden violentar las normas y legitimarse otras conductas por las emergencias cotidianas. Pudiera suceder que uno haga algo que vaya contra su conciencia condicionado por las circunstancias”.

Arleen Rodríguez, la moderadora de la Mesa Redonda, advirtió que no hay una sociedad que cultive más la sociedad como la nuestra. Y provocó a los panelistas con la interrogante de si la pobreza puede generar la deshonestidad.

Para Ricardo Ronquillo, la propia historia nuestra se encarga de desmentir este criterio. De hecho, la Generación del Centenario tiene muchas de sus bases ideológicas en la Ortodoxia, que tenía como lema Vergüenza contra dinero. “La utopía de nuestra Revolución está transida por el deseo de la coherencia y de la moral”.

La profesora Roxanne Castellanos recurrió al concepto de que las generalizaciones no son buenas, por lo que no se puede pensar que una persona pobre tenga que recurrir a conductas deshonestas para sobrevivir, como tampoco se puede creer que una persona que nació en una cuna más cómoda preserve el estatus con conductas amorales. “El que tiene interiorizado ese valor no lo menoscaba en una coyuntura”.

Para el catedrático Pedro Luis Castro, tampoco se puede enjuiciar a los jóvenes de ser los más propensos a la deshonestidad por la irreverencia de su edad. “Esa no es una generación perdida, hay que ver cómo en los análisis en sus centros escolares asocian a la honestidad con el sentido de la justicia y de la dignidad. Cuando han abordado el fraude, lo hacen con mucho rigor y con la ética estudiantil como bandera”.

El experto defendió el criterio de que la pobreza material no justifica la deshonra. Nosotros tenemos familias con diferencias económicas, y sin embargo no todos los que carecen tienen posturas indignas.

Ronquillo aludió a que también las instituciones deben ser muy cuidadosas con sus prácticas o estimulan la deshonestidad. “Las formas de examinar podrían ser un viaducto, o si uno no dignifica el ejercicio de la crítica y de la autocrítica. El propio Presidente del país ha reiterado la importancia de que las personas digan lo que piensan y que no se estigmatice por ello a la gente”.

La Mesa Redonda de este viernes puso La Honestidad sobre la Mesa, la cual contó con la presencia de especialistas y periodistas quienes iniciaron el debate con la pregunta: ¿Es la honestidad un valor en desuso?

El Doctor Pedro Luis Castro Alegrete, del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas definió el valor que tiene la honestidad en la formación de las nuevas generaciones.

Por su parte Roxanne Castellano Cabrera, Profesora del a Facultad de Sicología de la Universidad de la Habana, destacó que la honestidad es un valor que, afortunadamente muchos no han perdido.

Ricardo Ronquillo, subdirector del diario Juventud Rebelde señaló que desde el surgimiento mismo de la nación, la honestidad y la ética marcaron sustancialmente a la sociedad cubana.

La Mesa Redonda contó con el humor gráfico del caricaturista Adán Iglesias.


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