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Mariana Grajales: la Patria hecha mujer (+Fotos y Video)

Publicado el 10 julio 2015 en Mesa Redonda,Sociedad,Temas Nacionales

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda [1]

Fotos: Roberto Garaicoa

Reconocidos historiadores cu­banos evocarán este viernes en la Mesa Redonda a Mariana Gra­jales y otras excelsas mujeres de la lucha independentista cubana, en ocasión del Bicentenario del natalicio de la Madre de los Maceo.

El 12 de octubre de 1868, cuando llegó a la familia el clamor de la libertad, Antonio y José decidieron unirse a la contienda independentista. Mariana entró a la sala con un crucifijo en la mano, habló con seguridad, y emocionada, dijo: “De rodillas todos, padres e hijos delante de Cristo, que fue el primer hombre liberal que vino al mundo, juremos libertar la Patria o morir por ella”.

El especial pasaje de esta escena familiar lo recuerda el Doctor Eduardo Torres Cueva, director de la Biblioteca Nacional José Martí, en la Mesa Redonda de este viernes, para evocar la grandeza de Mariana Grajales [2], cuando faltan dos días para celebrarse el bicentenario de su nacimiento.

Mariana, dijo, sintetiza el ejemplo de muchas otras mujeres cubanas. “Cuando hablamos de ella estamos hablando también de la familia mambisa. Y es precisamente la mujer el centro de esa familia que se involucra en el espíritu de esa guerra”.

Añadió que cuando uno estudia su vida, los sentimientos que despertó en figuras como José Martí, sus propios hijos, uno comprende que es todo un símbolo de lo mejor de la madre cubana.

Las canciones con que ella arrullaba a sus hijos estaban impregnadas de cubanía, que equivalía en ese tiempo a un verdadero antiespañolismo. Cincuenta años después, Antonio Maceo recordaría las décimas con las que mecía con ternura su sueño, las cuales hablaban de libertad.

Tuvo, precisa el Doctor Torres Cueva, 14 hijos. Cuatro en su primer matrimonio con Fructuoso Regüeyferos. Se casaron cuando ella tenía 16 años de edad, y él 30. Permanecieron juntos hasta la muerte del marido. El mayor de todos sus descendientes fue Felipe, quien nació en 1832 y cae preso al final de la Guerra Chiquita; Manuel, nació en el 37, y murió en el 54; en el 38 nació Fermín y Justo Germán en el 43, quien se incorporó también a la guerra independentista y fue capitán abanderado.

El primero de los Maceo fue Antonio. El sexto de sus hijos fue María Maldomera, quien se incorpora con 21 años a la gesta y acompaña a su madre en los hospitales de sangre. Después la siguió José Marcelino, quien fue a los campos de batalla con solo 19 años, y Rafael Maceo lo hizo con un año menos. Miguel Maceo se incorpora con 16 y Julio Maceo con apenas 14 años. A este lo siguió Dominga de la Calzada, quien va para la manigua con 11 años y hace toda su juventud en los campamentos mambises. Por último nacieron José Tomás y Marcos Maceo, y este último llega al campamento mambí con solo ocho años.

“Esta madre le da a sus hijos el aliento y el corazón. Y ese amor caló tan hondo en ellos que cuando Maceo tiene ánimo, después de la muerte de Mariana, escribe a Martí: “¡Ah, qué tres cosas! Mi padre, el Pacto del Zanjón y mi madre que usted, por suerte mía, viene a calmar un tanto con su consoladora carta. Ojalá pueda usted con sus trabajos levantar mi cabeza y quitar de mi rostro la vergüenza de la expatriación de los cubanos y de la sumisión al gobierno colonial”.

Sobre su matrimonio, precisó el Doctor Torres Cueva que Mariana sería para Marcos una formidable ayuda en el fomento de la finca de su propiedad. Inclinará a los hijos a cooperar con el trabajo agrícola, inculcándoles un profundo sentido de respeto y de obediencia al padre.

Mariana y Marcos Maceo formaron un matrimonio fuertemente unido y ella tenía una amplia capacidad para organizar y dirigir las situaciones familiares, de manera que siempre hallaba solución a los problemas y se convirtió en el centro de la familia.

Una decisión de Mariana no era discutida por Marcos, que la apoyaba en todo. Los hijos veían en ella la fuerza rectora del hogar. Entonces los hijos no podían intervenir en las conversaciones sin permiso.

Mariana Grajales, consideró el Doctor Eduardo Torres Cueva, tenía una visión ética basada en el trabajo rudo, el ahorro, el esfuerzo personal, la solidaridad, y el rechazo de los vicios que disminuyen las capacidades físicas y mentales de los ciudadanos.

Para el Doctor Joel Cordoví, vicepresidente del Instituto de Historia de Cuba, muchas mujeres, como Mariana, no solo merecen reverencia por ser esposas o madres, sino por la valía de su entrega. “Hay que tener en cuenta que hay muchas de ellas que desde el 68 están dejando sus hogares y se están lanzando a la manigua”.

Manana, destacó, la mujer de Máximo Gómez, es una de esas grandiosas mujeres que fue también a la lucha con todos sus hijos. Como también hay que homenajear a la que tuvo un solo hijo y también lo dio. “Entre esas grandes patriotas también tengo que mencionar a Rosa Castellanos, quien de esclava pasó a ser capitana del Ejército Libertador, como a Adela Ascuy, Isabel Rubio y Candelaria Figueredo, quien entró a Bayamo abanderada con solo 16 años, como también está el caso de Evangelina Cosío”.

El Doctor Antonio Álvarez Pitaluga, vicedecano de la Facultad de Historia de Cuba, también mencionó los nombres de Gertrudis Gómez de Avellaneda o de Luisa Pérez de Zambrana, como mujeres cumbres de Cuba.

El siglo XIX comienza y termina vestido de mujer. “Entre ellas no se puede olvidar a Leonor Pérez, una mujer tremenda, que no coincidió con los criterios del hijo en algún momento por los rigores de época, y sin embargo, siempre estuvo para él”. Por ello, dijo, para comprender la identidad hay que conocer la historia de la mujer cubana.

El Doctor Eduardo Torres Cueva sumó que no se puede olvidar tampoco a Emilia Casanova, la mujer de Cirilo Villaverde, quien le envía su revólver a Máximo Gómez para que lo use en nombre de ella y de su esposo, y le escribe a (Giuseppe) Garibaldi para que luche por la causa cubana.

María Cabrales, mencionó, también está entre las excelsas patriotas, como la madre de Serafín Sánchez, Isabel María de Valdivia… “Y todo este recorrido nos permite afirmar que tenemos que estudiar más el papel de la mujer cubana”.

Mariana Grajales, consideró el Doctor Eduardo Torres Cueva, tenía una visión ética basada en el trabajo rudo, el ahorro, el esfuerzo personal, la solidaridad, y el rechazo de los vicios que disminuyen las capacidades físicas y mentales de los ciudadanos.

Mariana y Marcos Maceo formaron un matrimonio fuertemente unido y ella tenía una amplia capacidad para organizar y dirigir las situaciones familiares, de manera que siempre hallaba solución a los problemas y se convirtió en el centro de la familia.

Para el Doctor Joel Cordoví, vicepresidente del Instituto de Historia de Cuba, muchas mujeres, como Mariana, no solo merecen reverencia por ser esposas o madres, sino por la valía de su entrega.

El Doctor Antonio Álvarez Pitaluga, vicedecano de la Facultad de Historia de Cuba, también mencionó los nombres de Gertrudis Gómez de Avellaneda o de Luisa Pérez de Zambrana, como mujeres cumbres de Cuba.



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