Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda ^[1]

Fotos: Roberto Garaicoa

La FMC comenzó su mirada sobre sus 55 años de fundación, en la Mesa Redonda, repasando los desafíos que tienen como organización.

Se corre el riesgo, en las cercanías del 23 de agosto, de hacer un retrato impreciso o distorsionado de las emancipaciones de la mujer cubana. Porque con el ánimo de redondear las transformaciones y logros de quienes antes de 1959, en su mayoría, se circunscribían al plano doméstico o a algunos puestos laborales, se tiende a miradas apologéticas o a describir caminos rectos.

Por ello, la FMC ^[2] comenzó su mirada sobre sus 55 años de fundación, en la Mesa Redonda ^[3] de este jueves, repasando los desafíos que tienen como organización que debe seguir velando por la coherencia en la aplicación de las políticas públicas que impactan la vida de la mujer,  y la necesidad que tienen de seguirse renovando en tiempos de actualización del modelo económico y social.

“En las nuevas formas de gestión no estatal hay que velar porque se respeten los derechos conquistados de la mujer en estos años, debemos evitar que se retroceda en espacios como estos”, alegó Teresa Amarelle, quien conduce la organización.

Tenemos, dijo, que concentrarnos en que las mujeres sigan participando en la actualización de ese modelo. Hoy somos el 31 por ciento de la fuerza en el cuentapropismo, 66 mil mujeres son cooperativistas y 17 mil usufructuarias. “Esos nuevos escenarios impactan a la familia, que es la esencia de nuestro trabajo. Hay que garantizar que las labores domésticas sean compartidas y que no sean solo las mujeres las que se dediquen al cuidado de los niños o de las personas adultas, para que siga incorporada a la sociedad”.

También habló del empoderamiento y de los imaginarios que había que seguir transformando, porque todavía hay presencia hasta de violencias simbólicas que tendríamos que seguir corrigiendo.

Las luchas de Vilma, quien consagró toda su vida a batallar por la mujer cuando en Cuba la mayoría de ellas era discriminada como ser humano al igual que en el resto del mundo, con honrosas excepciones, tampoco pudieron pasarse por alto, porque sus empeños alcanzaron estadios superiores por su mirada estratégica y su sensibilidad para abordar los más delicados asuntos.

En nuestro país, como reconoció Fidel, la mujer emergía de una de las más horribles formas de sociedad, la de una neocolonia yanqui bajo la égida del imperialismo y su sistema, en el que todo lo que el ser humano es capaz de crear ha sido convertido en mercancía.

Sin embargo, Vilma supo cómo encauzar cada desafío y defender desde la organización, como mecanismo estructural que conecta a la mujer con las máximas instancias del Estado, las transformaciones imprescindibles para colocar a sus congéneres en otros planos sociales. Al tiempo que advirtió que estos propósitos exigían cambios culturales profundos que también debían calar en la mente de todos.

Estas concepciones nos llevan a exhibir resultados como que hoy las mujeres en Cuba constituyen el 66 por ciento de la fuerza técnica del país, y participan mayoritariamente en casi todas las carreras universitarias.

Teresa Amarelle advirtió que hay varios elementos que nos han hecho llegar hasta aquí: la unidad, porque la FMC es inclusiva e integra al 90 por ciento de las mujeres mayores de 14 años en el país; y la capacidad que ha tenido la organización para asumir los cambios que han exigido cada tiempo.

También reconoció que “puede que en algunos lugares funcionemos un poquito mejor o no, pero la labor de persuasión, de diálogo y de conocer cómo piensan las mujeres solo la podía hacer la FMC. El propio Gobierno y el Estado ha encontrado como interlocutor importante a la FMC, en el empeño de que la mujer pase de beneficiada a protagonista”.

No se puede olvidar, argumentó, cómo en medio del difícil período especial, cuando trazamos estrategias de resistencia, la FMC creó las Casas de Orientación a la Familia y a la Mujer, que han demostrado su valía en la asistencia en la comunidad a los conflictos que puedan darse en estos espacios cardinales de la sociedad.

Cristina Briceida, secretaria general de la organización femenina en el territorio villaclareño, explicó que en Santa Clara surgió la primera de las instituciones por iniciativa de Vilma Espín, esfera de trabajo que cuenta hoy con una red de centros en el país para encauzar dudas sobre igualdad de género y relaciones en el hogar.

Sobre el quehacer de esos centros, dijo que resulta uno de los pilares del trabajo de las afiliadas en la provincia, declarada destacada en los últimos resultados de la emulación nacional. “Desde esta Casa se aclaran inquietudes y se buscan soluciones a problemas relacionados con el sexo, la educación familiar y guía jurídica, e imparten diversos cursos.

En Villa Clara funcionan 15 de esos centros, uno provincial y en cada municipio, además de otro en la localidad montañosa de Mataguá, donde laboran psicólogos, sicopedagogos, juristas, defectólogos, médicos y maestros.

En su intervención mencionó los vínculos de integrantes de las cátedras Marta Abreu y Mujer y Desarrollo, pertenecientes a las universidades Central de Las Villas y de Ciencias  Pedagógica Félix  Varela, respectivamente, para el trabajo cotidiano e investigaciones en las Casas.

Como otro de los desafíos de la FMC, en la Mesa Redonda se abordó la importancia de que las más jóvenes se conecten con las labores de la organización. Karina Rodríguez, una de las más bisoñas que conduce uno de los bloques en Guanabacoa, ahondó en que hay quien ha asumido su dirección con mucho entusiasmo, mientras hubo otras que en un comienzo se mostraron reticentes, ante lo que tiene como fórmula el trabajo sistemático y el deseo de aprender. “Y si me equivoco, les digo que me enseñen, que me ayuden a mejorarme, yo tengo toda la disposición”.

Hizo énfasis en que este es un trabajo dedicado a todas las edades, “por lo que hay que darle a cada una lo que le toca. En el caso de los jóvenes, lo importante es dialogar en sus términos, porque hay algunos que entran de forma formal, y lo importante es hacerlos protagonistas de la transformación”.

Olga Lidia Jones, vicepresidenta del Tribunal Supremo Popular, se detuvo en que la FMC no solo ha impulsado cambios en Cuba, sino que ha sido una voz con un liderazgo tremendo en el escenario internacional. “Vilma estuvo en todos los foros internacionales luchando por la igualdad de la mujer, porque también es muy importante que Cuba defienda las causas justas del mundo, y así ella lo hizo y nos lo enseñó. Su actitud fue la que sembró un respeto profundo por la FMC como un mecanismo de adelanto de la mujer en Cuba”.

Sobre los horizontes de la organización, precisó que tiene que seguir sensibilizando en la igualdad de derechos, renovarse atendiendo a las circunstancias de cada momento,  mantener los estándares de protagonismo que tiene la mujer en nuestro país y que las políticas públicas estén impregnadas de un aliento renovador.

“La FMC, además, tiene un compromiso eterno con Vilma. Cada vez que alguien vaya a hacer algo, debe pensar cómo lo habría hecho ella. Hoy somos lo que somos gracias a Vilma. Por eso me parece tan bueno que nos sigamos acercando a esa mujer sensible, patriota, madre de cinco hijos, que estará entre nosotros siempre por lo mucho que hizo por las mujeres cubanas”, aseguró.

Teresa Amarelle advirtió que hay varios elementos que nos han hecho llegar hasta aquí: la unidad, porque la FMC es inclusiva e integra al 90 por ciento de las mujeres mayores de 14 años en el país.

Cristina Briceida, secretaria general de la organización femenina en el territorio villaclareño, explicó que en Santa Clara surgió la primera de las instituciones por iniciativa de Vilma Espín.

Olga Lidia Jones, vicepresidenta del Tribunal Supremo Popular, se detuvo en que la FMC no solo ha impulsado cambios en Cuba, sino que ha sido una voz con un liderazgo tremendo en el escenario internacional.

La FMC, además, tiene un compromiso eterno con Vilma. Cada vez que alguien vaya a hacer algo, debe pensar cómo lo habría hecho ella.