El presentador de este espacio, el periodista Reynaldo Taladrid, puntualizó que en los años finales de Jimmy Carter, uno de sus asesores hizo un memorándum donde decía que había que armar a cuanto fundamentalista y radical islámico existiera, y que la Unión Soviética le tomaría miedo y cometería el error de atacar a Afganistán.

Fotos: Roberto Garaicoa

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda ^[1]

Reagan, Gorbachov y el Tercer Mundo es el título del octavo capítulo de la serie La Historia no contada de los Estados Unidos, producida, dirigida y conducida por Oliver Stone ^[2], el cual fue transmitido este miércoles en la Mesa Redonda.

El presentador de este espacio, el periodista Reynaldo Taladrid, puntualizó que en los años finales de Jimmy Carter, uno de sus asesores hizo un memorándum donde decía que había que armar a cuanto fundamentalista y radical islámico existiera, y que la Unión Soviética ^[3] le tomaría miedo y cometería el error de atacar a Afganistán. “Esto es lo que se movió por debajo de la mesa de los hechos que luego se simplifican. Y lo que no se puede olvidar es que de estos primeros rebeldes fundamentalistas entrenados por ellos fue de donde salieron Osama bin Laden, Al Qaeda…”

A este programa de desgaste planificado desde Occidente, también se unió que en los años 80, dijo, en la Unión Soviética hubo una secuencia de muertes de diferentes presidentes de ese país hasta que llega al poder Mijaíl Gorbachov. “Eran momentos en los que existía estancamiento económico, se deterioró la educación y la enseñanza de la ciencia, la salud pública se quebró y todo ello generó consecuencias sociales.

“Se sumaron los problemas de abastecimiento, del consumo… y una excesiva burocratización ^[4], divorciada de los intereses de la población, junto a una dirección política que se hizo vieja y no se renovó. La vida lamentablemente demostró que se alejaron de la población, no tenían diálogo ni intercambio, y parecían de espaldas a los momentos decisorios”.

Aludió, en su presentación, a unas palabras de Margaret Thatcher ^[5], dichas en 1991: “La URSS es un país que supone una seria amenaza para el mundo occidental. No me estoy refiriendo a la amenaza militar, en realidad ésta no existía. Nuestros países están lo suficientemente bien armados, incluyendo el armamento nuclear. Estoy hablando de la amenaza económica. Gracias a la economía planificada y a esa particular combinación de estímulos morales y materiales, la Unión Soviética logró alcanzar altos indicadores económicos.

“El porcentaje de crecimiento de su Producto Nacional Bruto es prácticamente el doble que en nuestros países. Si añadimos a esto los enormes recursos naturales de los que dispone la Unión, con una gestión racional de la economía, son más que reales las posibilidades que tiene de expulsarnos del mercado mundial.

“(…) Por eso siempre hemos adoptado medidas encaminadas a debilitar la economía de la Unión Soviética y a crear allí dificultades económicas, donde el papel principal lo jugó la carrera de armamentos. Un lugar importante en nuestra política era la toma en consideración de las flaquezas de la constitución de la URSS. En el plano formal, ésta preveía la salida inmediata de la URSS por cualquier república que así lo desease, mediante la decisión de su Soviet Supremo y por mayoría simple.

“Cierto que la realización de ese derecho era prácticamente irrealizable debido al papel cimentador del Partido Comunista y de los órganos de seguridad. Y a pesar de todo, en esta particularidad constitucional, teníamos potenciales posibilidades para nuestra política.

“Por desgracia y pese a todos nuestros esfuerzos, durante largo tiempo la situación política en la URSS siguió siendo estable durante un largo periodo de tiempo. Teníamos una situación complicada, sin embargo al poco tiempo nos llegó una información sobre el pronto fallecimiento del líder soviético y la posibilidad de la llegada al poder, con nuestra ayuda, de una persona gracias a la cual podríamos realizar nuestras intenciones en esta esfera”.

Esa persona, subrayó Taladrid, era Mijaíl Gorbachov, a quien los expertos de la Thatcher calificaban como una persona imprudente, sugestionable y muy ambiciosa.

También la industria armamentística complejizó la situación en la URSS. “Fue nefasto y letal la influencia de esta carrera porque desangró a su economía. Y los problemas económicos derivaron en problemas políticos”.

Aludió, en su presentación, a unas palabras de Margaret Thatcher, dichas en 1991: “La URSS es un país que supone una seria amenaza para el mundo occidental.

También la industria armamentística complejizó la situación en la URSS.