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Gleijeses: Jorge Risquet fue quien me enamoró de Cuba

Publicado el 8 abril 2016 en Mesa Redonda,Política,Temas Nacionales

Piero Gleijeses es profesor de Política Exterior de los Estados Unidos en SAIS, Universidad Johns Hopkins.

Piero Gleijeses conversa con Arleen Rodríguez Derivet [1] en la Mesa Redonda de la Televisión Cubana [2]. El motivo tiene nombre: Jorge Risquet Valdés, amigo de este investigador ítalo-norteamericano, cuyo rigor intelectual e integridad personal hacen de él un académico excepcional y un sabio, que ha estudiado como nadie las relaciones entre Estados Unidos, Cuba, Rusia, Sudáfrica, Angola y otros países que sustentan sus dos libros sobre la presencia cubana en el continente africano, clave para liberar a Sudáfrica del Apartheid.

Piero Gleijeses es profesor de Política Exterior de los Estados Unidos en SAIS, Universidad Johns Hopkins. Han sido traducidos y publicados en Cuba por la Editorial de Ciencias Sociales sus libros La esperanza destrozada, sobre la política de EU hacia la Guatemala de Arbenz, en 1954; La esperanza desgarrada, sobre la intervención de Estados Unidos en República Dominicana en 1965; Misiones en Conflicto: La Habana, Washington y África 1959-1976 y Visions of Freedom (Visiones de la Libertad: La Habana, Washington, Pretoria y la lucha por el sur de África 1976-1991).

Arleen Rodríguez: Háblenos de su amigo Risquet, el papel que usted cree que ha desempeñado tanto en la historia cubana, como en ayudar a que se conozca esa historia.

Piero Gleijeses: Risquet estuvo vinculado a Angola dos veces; él llega a Angola el 3 de diciembre del ‘75 y se queda hasta mayo del ‘79, y era el jefe de la misión civil cubana en Angola, estaba por encima del embajador, directamente con Agostinho Neto, primero, y José Eduardo Dos Santos, después, y en comunicación directa con Fidel y con Raúl; y fue un papel fundamental en aquel momento.

Después regresa a Cuba y se vincula a otra cosa, creo que a la agricultura. Y otra vez Fidel lo vincula a Angola, empezando en el ‘80, pero sobre todo a raíz de Cangamba, en el ‘83.

A raíz de Cangamba, una escalada muy fuerte de los sudafricanos, hay una reunión en la cual está Fidel, Raúl, está Risquet, y Fidel le dice: “Mira, tú vas a Angola, te quedas un mes en Angola, regresas aquí, te quedas un mes aquí, regresas a Angola como mi representante personal con José Eduardo”, etcétera, y entonces a partir de este momento, agosto del ‘83, y hasta los acuerdos de Nueva York de diciembre del ‘88, Risquet es el hombre de punta de Fidel para Angola, yo diría que para África, en realidad, pero lo caliente era en Angola.

Y lo que yo puedo ver a través de los documentos es que Risquet tuvo un papel excelente. Claro que cuando Risquet hablaba, cuando hacía diplomacia, él estaba siguiendo las indicaciones de Fidel, y Fidel a veces le daba indicaciones que eran noventa y nueve renglones de puntos, pero por buenas que sean las indicaciones necesitas que el hombre, ahí verdaderamente, pueda jugar el papel, y lo hacía con todo el mundo, porque por ejemplo, yo me acuerdo de una conversación, creo que en diciembre del ‘83 con, de Risquet con el segundo del alto mando soviético en la URSS, y Risquet le metió una descarga: “Y bueno, de parte de Raúl —dijo Risquet—, Raúl me encarga que te diga esto, esto y esto”, y este general recoge la conversación de alguna manera en sus Memorias, y dice que llegó a la misión militar en Luanda, lo reciben, y Risquet empieza a hablar y le mete la descarga, y cuando Risquet termina de hablar el soviético dice: “Bueno, yo creía que quien hablaba primero en una reunión eran los invitados”, y Risquet le contesta con mucha chispa: “Para nosotros un general soviético no es un invitado, es un miembro de la familia”, y por ende le metió la descarga primero.

Y entonces en toda esta conversación, si tú quieres, hay tres niveles de conversación de Risquet: él con los soviéticos, que a veces tenía que enfrentarse con los soviéticos por un problema de la estrategia militar soviética en Angola, que era mala, en realidad; las conversaciones con José Eduardo y con líderes del gobierno angolano; y después, empezando en el ‘88, son las conversaciones con los gringos.

Y en estas conversaciones con los gringos Risquet era una maravilla. El jefe de la delegación norteamericana, Chester Crocker, Secretario de Estado adjunto para África, era un hombre tremendamente arrogante.

He leído conversaciones de Chester Crocker con los angolanos, con el canciller Afonso Van Duner, M’Binda, y los trataba como muy poca cosa, casi los insultaba. Y claro, Angola no tenía una fuerza militar en el terreno que le permitiera tener una posición más dura con los gringos; pero entonces Chester Crocker mismo, un hombre muy arrogante, habla en sus Memorias de cuando él encontró a Risquet por primera vez, de cuando Cuba se suma a las negociaciones que ya ha habían empezado entre Angola y Estados Unidos, y dice Chester Crocker que cuando entraron los cubanos en la sala de reunión el rumbo de las negociaciones cambió completamente. Describe a Risquet, lo hace bien, no voy a tratar de hacerlo yo porque no lo voy a hacer bien, pero entró con su tabaco, Risquet lo estaba haciendo de propósito, con unos ojos muy inteligentes y brillantes, y cómo Risquet tomó el mando de la conversación.

Y entonces yo siempre digo que esta negociación en el año ‘88, además del mando, de la inspiración de Fidel, Cuba tuvo la suerte de tener un equipo diplomático muy grande que empieza con el Embajador Rodolfo Puente Ferro, en las negociaciones preliminares en enero-marzo del ‘88, y después entra Risquet.

No estamos hablando de un hombre circunstancialmente vinculado a África, es un hombre que junto con el Che hizo los primeros intentos contra la colonización del continente.

Cuito lo ganaron los cubanos

Y de Risquet te voy a contar, si tú me lo permites, un episodio. Hay una tercera persona que es brillante, Ulises Rosales del Toro. Había conversaciones entre militares, que eran parte de una ronda de negociación, pero aparte, y Ulises tenía una habilidad de hablar con un sarcasmo muy fino, y hablaba, y yo he leído a Ulises hablando con los soviéticos y hablando con los gringos y con los sudafricanos, era brillante a todos los niveles.

La reunión de la cual te quería hablar, que yo creo que fue la reunión más importante de la ronda de negociaciones, es la famosa reunión de El Cairo del 24 de junio del ‘88. Ya Cuba había ganado la batalla de Cuito Cuanavale, y digo Cuba había ganado la batalla, porque son los cubanos los que salvaron a Cuito Cuanavale. Cuando yo estudio la historia de la guerra en el sur de Angola en el ‘88, uso documentos sudafricanos, documentos norteamericanos, y todo lo que te voy a decir ahora va a estar basado en ellos. Y ya los cubanos habían empezado la ofensiva en el suroeste, que siempre había sido el sueño de Fidel, que era avanzar de la línea de defensa que se había creado en el 1979 de Namibia a Menongue, a doscientos cincuenta o trescientos kilómetros de la frontera, y las tropas cubanas habían empezado a bajar, y Cuba había logrado la superioridad en el cielo, ya los aviones sudafricanos no volaban en el sur de Angola, quienes volaban eran los aviones cubanos, y ya aviones cubanos estaban entrando en Namibia, había duelos de aviones cubanos, de Mig-23, en Namibia; y era una fuerza tremenda, con tanques y todo.

Entonces esta reunión de El Cairo empieza en la tarde del 24, y tú la puedes leer a través de los documentos cubanos; pero antes que empezara la reunión en la tarde del 24 hay una reunión que tiene lugar en la mañana del 24, y este es un documento sudafricano. La delegación sudafricana va a la Embajada gringa, y es una delegación de altísimo nivel, el canciller, el ministro de defensa, un copón de generales, diplomáticos, y les tienen dos preguntas a los gringos: una, quieren la evaluación de los gringos de las fuerzas del ejército cubano que está bajando hacia la frontera de Namibia en el suroeste, porque los norteamericanos tenían los satélites y todas esas cosas; y segundo, quieren una evaluación de los norteamericanos, de cuáles son las intenciones cubanas, ¿se van a parar en la frontera o no se van a parar en la frontera de Namibia?

Y entonces Chester Crocker dice que les conteste el representante del Pentágono, porque bueno, él lleva la cosa militar; y este señor primero les lee un listado de las fuerzas del ejército cubano que están avanzando, que era una cosa muy fuerte, muy, muy impresionante; entonces cuando empieza a hablar de cuáles son las intenciones dice: “Bueno, para saber cuáles son las intenciones de los cubanos habría que meterse en la cabeza de Fidel Castro, porque él está dirigiendo esto muy de cerca, y esta es una cosa muy difícil en cualquier situación, pero lo que les puedo decir es esto, si ellos deciden entrar en Namibia —esa es la parte escalofriante para los sudafricanos—, ellos tienen la fuerza para tomar la parte sudafricana en Namibia y empujarlos a ustedes más al sur”, más al sur de Namibia está Sudáfrica, y esto coincidía con la evaluación sudafricana.

Entonces ahí, cuando empieza la reunión en la tarde, los sudafricanos llegaban con exigencias absurdas, y ahí Risquet, de una manera muy brillante, les mete una descarga muy fuerte, que no debo a tratar de resumir ahora, porque no lo haría bien, está recogida en mi libro palabra por palabra; claro, eran las instrucciones de Fidel: “Si se ponen majaderos, sean majaderos ustedes también”, pero Fidel no le había dicho a Risquet qué palabras exactamente usar, la brillantez, etcétera, etcétera. Eso era Risquet, con el cerebro de Risquet, y ahí, pensando en el momento.

Y en esta reunión de El Cairo es cuando los sudafricanos, que llegan con exigencias absurdas -la retirada simultánea de las tropas cubanas y sudafricanas de Angola, que ya no se hable de Namibia, etcétera, etcétera-, abandonan sus exigencias.

Pero la parte que te quería contar es, cuando termina la reunión. Chester Crocker va a ver a Risquet, es un aparte entre ellos dos, no están los sudafricanos, no están los angolanos. Y Chester Crocker le pregunta a Risquet: “Yo tengo una pregunta que hacerle, y esta pregunta es ¿va a pararse el ejército cubano, se va a parar en la frontera de Namibia o no?, porque ustedes ya están muy cerca”; ahora te voy a resumir la respuesta de Risquet, que es brillante y está en el libro, Risquet le dice: “Mire, yo a usted no lo quiero ni amenazar ni darle seguridad. Si yo le dijera que nos vamos a parar en la frontera de Namibia, yo le estaría dando un meprobamato; si le dijera que vamos a cruzarlo lo estaría amenazando, yo no quiero darle un meprobamato”. Ahí Risquet se iluminó, se da cuenta de que el pobre gringo no sabía qué era el meprobamato, le dijo: “No le quiero dar un Tylenol. Y la única garantía que ustedes pueden tener de que nosotros nos paremos en la frontera, es que ustedes acepten nuestras exigencias: el cese de la ayuda de Sudáfrica, a la UNITA y elecciones libres bajo control de la ONU en Namibia”.

Y hay gente, yo he vivido aquí en Cuba durante veinte años, estas son cosas que uno aprende, hay gente aquí que criticó a Risquet, que dijo: “Concho, le habló demasiado duro al gringo, no había que hablar así con diplomáticos”, etcétera, pero yo te puedo asegurar, hay momentos en que hay que hablar de manera suave, etcétera, etcétera. Yo me imagino con Obama hoy, pero hay momentos que, sin insultar hay que ser muy duro, y Risquet escogió el momento ideal para ser muy duro, porque detrás de él venía la fuerza del ejército cubano en el suroeste. Si un angolano le hubiera hablado de esta manera a Chester Crocker, Chester Crocker se reía y hasta lo hubiera insultado, porque era muy majadero, pero detrás de Risquet estaba esto.

Ojalá te lo pudiera leer: hay un cable que Chester Crocker que le manda al Secretario de Estado, George Shultz, a raíz de las conversaciones, y dice: “Entender lo que piensan los cubanos es una obra de arte, están listos tanto para la guerra como para la paz”, y habla de la calidad de la diplomacia cubana en la mesa de negociaciones: “Estamos viendo una verdadera muestra de maestría diplomática y de creatividad diplomática en la mesa de negociación, y todo esto tiene como resultado la culminación de Fidel Castro y el poderío del ejército cubano en el terreno”.

Te repito, esto él lo dice de una manera más impactante, que tengo en el libro, pero bueno, te lo estoy resumiendo. Y este es el resultado, esta es la gran combinación que tú tienes en el ‘88, por un lado una diplomacia de primera, excelente, pero que no tendría mucho valor si no estuviera la fuerza del ejército cubano detrás, y es la combinación de los dos, y el hombre que ejecutó la diplomacia de parte de Fidel, bajo la dirección de Fidel y de Raúl, fue Risquet, y lo hizo a las mil maravillas; Fidel no hubiera podido escoger mejor persona para Angola que la que escogió en Risquet.

Lo que yo siempre cuento, y no lo cuento por retórica, lo cuento de verdad, es que cuando yo empecé a trabajar en los archivos cubanos yo ya tenía una impresión muy positiva, porque había estado leyendo de la política cubana.

Panafricanismo

Arleen Rodríguez: Hay un elemento que hace a Risquet, que es el carácter auténticamente panafricanista de Risquet.

Piero Gleijeses: Es cierto.

Arleen Rodríguez:Es decir, no estamos hablando de un hombre circunstancialmente vinculado a África, es un hombre que junto con el Che hizo los primeros intentos contra la colonización del continente.

Piero Gleijeses:Sí, es cierto.

Arleen Rodríguez: Es un panafricanista, un hombre que ama honestamente a África, que tiene una pasión por África, es decir, no es un amor circunstancial; me gustaría que hable de eso, de la parte espiritual de Risquet.

Piero Gleijeses: Bueno, el primer acercamiento de Risquet con África es en el ‘65, cuando Fidel lo manda a llamar y le habla de la misión, que el Che ya está en el Congo Belga y que a Risquet lo va a mandar al Congo Brazzaville, al frente de una fuerte columna cubana, doscientos cincuenta hombres más o menos. Y bueno, el Congo Brazzaville jugaría un papel muy importante. Había que respaldar al gobierno del Congo Brazzaville y darle entrenamiento a los movimientos guerrilleros que luchaban para la liberación y tenían su base en el Congo Brazzaville, empezando con el MPLA. Y ahí es cuando empieza la relación de Risquet con África.

Y tienes perfectamente razón, Risquet se enamora de África. Y de hecho hay una conversación muchos años después de Neto con Raúl, donde le dice: “Risquet es como si fuera uno de los nuestros”, los angolanos se sentían muy, muy bien con Risquet, y es cierto, Risquet logró sentirse como si él fuera angolano.

Y es muy simpático, porque hay una reunión, me imagino que fue en noviembre, a mediados de noviembre del ‘75, una reunión del Buró Político y los miembros del Secretariado, y todo el mundo tenía ganas de ir a Angola. Ya estaban las primeras tropas cubanas, y se había decidido que nadie podía apuntarse voluntario, porque todo el mundo quería ir, y entonces Risquet fue a la reunión del Buró Político con una foto de él con Neto, y entonces hubo quienes se quejaron, porque claramente Risquet estaba haciendo lobby para que Fidel lo enviara, y dijeron: “No es justo”, y Risquet dijo: “No, yo soy un caso especial porque soy amigo de Neto”, y es cierto. Entre otras cosas, la inteligencia de Fidel fue escoger como jefe de la misión civil cubana en Angola al hombre que tenía más experiencia con ese país, y que tenía aquel sentido africanista que siguió teniendo.

Ahora, yo tengo que decir una cosa en realidad. Si Risquet hubiera trabajado sobre América Latina hubiera tenido la misma pasión y la misma entrega. Es cierto, él siente un lazo muy fuerte con África, la deuda que tenemos con África por los esclavos que vinieron aquí; él mismo tiene en la sangre, una abuela de él, o la bisabuela, fue una esclava africana. Pero la clave de Risquet es el internacionalismo, esta entrega completa al internacionalismo, y por ende, al internacionalismo de Fidel. Y Risquet se hubiera compenetrado con la misma inteligencia, con el mismo cariño, con el mismo sentimiento, si hubiera trabajado en África o en América Latina. Y yo creo que esto le pasó a muchos cubanos, por ejemplo, los cubanos que fueron con la columna del Che al Congo Belga, ellos estaban pensando a ir a América Latina a lucha para la liberación de los pueblos, pero la clave de todo esto era el internacionalismo.

Ahora, si hubiese sido, qué sé yo, mandar a Risquet a Asia, hubiera podido ser diferente, ahí tú tienes un bache cultural, pero África, África portuguesa en especial, África francesa, el bache cultural no era tan fuerte, y Risquet se compenetró completamente.

¿Quién es Piero?

Arleen Rodríguez:Ahora vamos a. Piero, ¿qué nacionalidad, o qué nacionalidades tiene Piero Gleijeses?

Piero Gleijeses: Bueno, yo soy italiano, nací en Italia, crecí en el sur de Italia, dicho sea de paso, que es la parte más simpática de Italia. Como que vivo en Estados Unidos tengo también ciudadanía norteamericana. Y lo que más me honra es que Risquet me dio la ciudadanía cubana, así que ahora tengo también la ciudadanía cubana.

Arleen Rodríguez: ¿Cuándo se enamoró de Cuba?

Piero Gleijeses: Mire, mi interés empezó, bueno, como joven italiano, en el ‘59, ‘60, ‘61; todo el mundo tenía mucho interés en lo de Cuba, pero verdaderamente mi interés, no mi pasión, mi interés empezó en el ‘75 con la llegada de las tropas cubanas a Angola, me dio una curiosidad tremenda entender por qué este país pequeño enviaba las tropas, etcétera, etcétera.

Y bueno, este interés siguió a lo largo de los ochenta, estaba trabajando en otra cosa, pero empecé a enamorarme de Cuba cuando empecé a trabajar en los archivos cubanos, empecé a conocer la historia bien desde dentro.

Lo que yo siempre cuento, y no lo cuento por retórica, lo cuento de verdad, es que cuando yo empecé a trabajar en los archivos cubanos yo ya tenía una impresión muy positiva, porque había estado leyendo de la política cubana. Pero es como cuando uno mira a una persona desde lejos, que sea mujer u hombre, y se ve muy bonita la persona, pero uno dice: “Bueno, cuando me voy a acercar voy a verle alguna cosita que no me gusta mucho”, y lo que pasó, y me extrañó tremendamente, fue que yo quedé más impresionado todavía con la política cubana después de estudiarla durante años que al comienzo, y esto siguió con el segundo libro, y esta es entonces la primera razón de por qué me enamoré de Cuba.

Y la segunda es una cosa bellísima: cuando estás trabajando en un proyecto conoces a gente muy bella, y entonces aquí conocí a mucha gente que me impresionó tremendamente, y algunos de ellos ahora son mis mejores amigos, prácticamente, ¿verdad?, empezando por Gloria León y con Risquet; y entonces eso fue, yo diría que empecé a enamorarme, ya tenía interés y todo esto, pero empecé a enamorarme en el ‘94, y esto sigue más fuerte, y más fuerte, y más fuerte.

Arleen Rodríguez:Claro, pero también hay, más que cosa digamos pasional o sentimental del ser humano. Está el estudioso, los argumentos, lo que encuentra. Si tuviera que definir qué cosa es Cuba, qué cosa somos los cubanos, ¿ya tiene un perfil hecho de lo que somos, de lo que somos en el contexto mundial, y a partir de qué momento lo somos? ¿Se ha sobrestimado o se ha subestimado el papel de la Revolución en el cambio del carácter del cubano?

Piero Gleijeses: Mira, yo esto no lo puedo decir con ninguna autoridad porque no conocí a Cuba antes del ‘59. ¿Qué puedo decir de Cuba? Hay una parte de Cuba que me hace pensar en el sur de Italia; el sur de Italia es diferente del norte, el norte de Italia es más parecido a Argentina, al cono sur, que es menos simpático; el sur de Italia es más parecido a Cuba, y es la calidez del ser humano, una generosidad del ser humano.

Esto culturalmente otra vez me hace pensar en mi país, en Italia, pero claro, aquí hay una nueva dimensión que es el internacionalismo del cubano, bueno, que tuvo que existir, en parte, porque ya antes, y es una cosa interesante, Cuba, pequeñita, mandó mil voluntarios a luchar en la Guerra Civil Española. Si se tiene en cuenta la proporción por habitantes es el país que más gente mandó; entonces ya un internacionalismo claramente existía. Pero naturalmente, esto se desarrolla después, al calor de la Revolución cubana con Fidel, con Raúl, y entonces hay una nueva dimensión, que es algo que me impresionó mucho cuando hablé, por ejemplo, con la gente que fue a dar una ayuda técnica a los médicos, los maestros, ¿verdad? Hay algunos que me cayeron mal, que no me impresionaron, pero en su gran mayoría me impresionaron por esta carga de humanidad, y esta carga de humanidad tenía este aspecto que sólo podía dar el internacionalismo y la Revolución cubana, que era este sentimiento de ayudar a otro pueblo.

Conocí aquí a una médica cubana que estuvo en Angola, la doctora Franco, y tuvimos algunas conversaciones, yo le dije al final: “Mire, a mí me gustaría saber, ¿usted tenía algunas cartas que enviaba?”, ella dijo: “Bueno”, perdón, un diario, ella dijo: “Mi diario son las cartas que le enviaba a mi mamá”, y me prestó las cartas que le enviaba a su mamá, y hay una carta que me llamó la atención en particular, que era ya al final de su misión, cuando le dieron la medalla del trabajador internacionalista. Fue una cosa muy sencilla en el hospital, estaba el personal angolano, el personal cubano, y ella escribe a su mamá que bueno, fue un momento muy bello, y que a pesar de los problemas que había en Angola, de las frustraciones del trabajo, verdaderamente esta estadía en Angola la enriqueció y sintió que eso era su deber como cubana, de dar lo mejor de sí misma para ayudar.

Y esto lo encontré, por ejemplo, en una compañera que me enseñó una carta que le


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