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Dinorah, Raquel y las charreteras del Comandante

Publicado el 23 enero 2017 en Mesa Redonda,Sociedad,Temas Nacionales

En el año 2014, Roberto Chile inmortalizó a las charreteras del Comandante en Jefe, convirtiéndolas en una de las fotografías de la exposición Fidel es Fidel.

Por Manuel Alejandro Hernández Barrios, especial para la Mesa Redonda

Fotos: Roberto Garaicoa

Lucía Lucinda Dinorah Betancourt Montenegro, de 85 años fue durante más de medio siglo la bordadora de las charreteras del Comandante en Jefe Fidel Castro [1]. Su hermana Raquel Betancourt Montenegro, de 83 años, única familia directa que vive, ha sido su auxiliar inseparable, testigo y protectora de una historia singular.

“Yo solo he sido la sicóloga de ella, ella es la bordadora”, fue lo primero que dijo Raquel Betancourt Montenegro, quien añadió que “lo que hacía mi hermana, nunca hubiera podido hacerlo yo”.

En el año 2014, Roberto Chile inmortalizó a las charreteras del Comandante en Jefe, convirtiéndolas en una de las fotografías de la exposición Fidel es Fidel.

P: ¿Cómo empezó Dinorah a bordar esas perfectas charreteras?

Dinorah: Al principio de la Revolución, cuando baja el jefe de la Sierra viene un compañero militar a consultarme para ver si yo podía hacer un trabajo específico. Al ver el dibujo, enseguida respondí que era un honor para mí. Yo trabajaba en un taller de confecciones de ropa de niños en la calle 23 y 24 donde, en los altos de aquel taller, vivía Silvio. Primero hice el rombo con la estrella, después vinieron las ramitas de olivo.

P: Pero estas charreteras pudo haberlas bordado cualquier mujer del taller.

Dinorah: Al principio éramos solo trece mujeres en el taller. Yo intenté enseñarlas a todas, pero algunas no tenían la capacidad política para asumir la tarea, otras no pudieron lograr lo que se esperaba.

P: ¿Qué tiempo demoraba coser el rombo antes de que aparecieran los olivos? ¿Cómo se cosen estas charreteras?

Se hace a máquina, pero la puntada soy yo quien la llevaba a donde yo quería con la mano.

P: ¿por qué usted cree que su hermana fue la que se quedó de bordadora de las charreteras?

Raquel: porque mi hermana es muy exquisita. Es muy puntual. Y todo lo hace con una actitud extraordinaria.

P: Realmente es perfecta, para que haya resistido el lente de Roberto Chile y no se vea una puntadita fuera de lugar, ¿usted ha de sentir un orgullo extraordinario?

Dinorah: Yo lo que siento es un honor, porque esa charretera estaba con él en todas partes. Siempre sentí mucho orgullo, y siempre dije que mientras tuviera salud y vista seguiría haciéndolo. Me retiré a los 55 años y a los treintaipico de trabajo, y seguí haciéndolas desde mi casa.

P: ¿Ustedes son su única familia una de la otra?

Raquel: No tenemos a nadie más.

P: Sin embargo, ustedes hablan de sus hijos… Mi niña, mi niño y mi niñito. Rosa María, su esposo y el hijo de ellos. ¿Cómo escogieron esa familia?

Raquel: El papá de Rosita María era vecino nuestro, era soltero. Durante el capitalismo, él nos ofrecía mucha ayuda. José fue un verdadero hermano para nosotras, que es el padre de Rosa María Álvarez Pérez, su esposo es Elio Cuba Ortega, un guajiro de Pinar del Río.

P: ¿Siendo mujeres tan bellas no se enamoraron alguna vez?

Raquel: Mamá era muy estricta porque pensaba que nos iba a perder.

Dinorah: Si teníamos algún enamorado que quisiera venir a la casa, ella siempre nos decía que no le diéramos la dirección a nadie que no sabía qué tipo de persona era. No se dejen tocar. Mamá nos dio una sobreprotección que nos hizo daño. Tuvimos relaciones, pero no pudimos desarrollarlas. Ambas renunciamos a tener hijos por atenderla a ella.

P: ¿Por qué ustedes dicen que el capitalismo es el gran culpable de todo lo que ustedes sufrieron en la vida?

Raquel: En el capitalismo se enfermó el hermanito nuestro más pequeño con nueve meses de acidosis, que es gastroenteritis. Si hubiéramos tenido dinero para una clínica, no hubiera muerto. El otro hermano nuestro murió de difteria. Uno a los 18 años se cayó de una azotea, y al llegar al hospital estuvo tres días en el cuerpo de guardia, mi madre machacaba hielo para ponerle en la nuca y en la espalda. Por eso el capitalismo para nosotras es un horror.

En el caso del jefe considero que es un hombre especial, no creo, porque las creencias son indecisas. Por él una siente un cariño especial.

P: Cuando ellas dicen que el capitalismo les robó la vida, parece una frase hecha, pero no lo es. Ellas son dos agradecidas de Fidel. Han permanecido unidas toda la vida, aunque hubo un momento en que las separaron a ustedes.

Dinorah: Ese día Fidel me entregó un reconocimiento por 30 años de servicio. Esa fue la única vez que tuve algún contacto físico con el Comandante. Ese día me separaron de mi hermana porque hay cosas que tienen que ser así. En el Consejo de estado vi a mucha gente, y en un momento de agitación entró el jefe con su carisma característico. Cuando me entregó el Reconocimiento, me cogió la mano y le dije que mi hermana y yo íbamos a serle fieles toda la vida. Me agarró las dos manos y me hizo una expresión en el rostro tan bonita que me dio por decirle que yo necesitaba la foto de aquel momento. Y me la envió a la casa.

P: ¿Y cómo él supo quién era Dinorah?

Dinorah: Una vez yo estuve con un problema de conjuntivitis que no me dejó trabajar y me puso nerviosa pensar quien le pudiera hacer aquellos grados. Entonces una compañera los hizo y cuando el Comandante los vio dijo estos no me los hizo Dinorah.

P: ¿Esa noche qué le dijo Raquel al hombre que fue a buscar a su hermana?

Raquel: La ropa que ella usó esa noche era prestada. Yo le dije al hombre, oiga, tráigamela antes de las doce que lo único que tiene de ella es el blúmer y el ajustador, lo demás es todo prestado y le puede pasar como a Cenicienta.

Yo lo que siento es un honor, porque esa charretera estaba con él en todas partes. Siempre sentí mucho orgullo, y siempre dije que mientras tuviera salud y vista seguiría haciéndolo. Me retiré a los 55 años y a los treintaipico de trabajo, y seguí haciéndolas desde mi casa.

Cuando me entregó el Reconocimiento, me cogió la mano y le dije que mi hermana y yo íbamos a serle fieles toda la vida. Me agarró las dos manos y me hizo una expresión en el rostro tan bonita que me dio por decirle que yo necesitaba la foto de aquel momento.


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