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Música cubana y mercado, ¿buen camino? (+ Video)

Publicado el 19 marzo 2018 en Mesa Redonda,Cultura,Sobre la Mesa

Hace mucho tiempo se discute el asunto. ¿Cuánto “pesa” en el mercado global la música cubana, reconocida por sus cualidades excepcionales y genuinos intérpretes?

Desde el panorama de los medios de comunicación tradicionales cubanos (radio y televisión), debe analizarse la fuerza y preferencia del producto de la históricamente nombrada “Isla de la música”.

En la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el diputado, músico y director del Grupo Moncada, Jorge Gómez Barranco, reflexionaba sobre el camino por el cual transita hoy el patrimonio musical cubano y el fin que puede darse a sus obras, ahora que el país negocia con transnacionales de la música para colocar nuestras producciones en grandes circuitos de comercialización, con mayor peso y valor.

Los términos “música” y “mercado” son puestos Sobre la mesa para analizar su indiscutible relación en las más recientes creaciones y difusiones nacionales, así como su demanda en medios alternativos frente a otras de baja factura y en tiempos de bombardeos de pésimas letras y ritmos. Sucede que, a menudo, se promueve lo que menos vale o posee valores dudosos

El Ing. Abel Acosta Damas (AA), Viceministro de Cultura, la Lic. Marta Bonet de la Cruz (MB), Musicóloga y Presidenta del Instituto Cubano de la Música, el Lic. Jorge Gómez Barranco (JG), Presidente del Premio Cubadisco y Director del reconocido Grupo Moncada y el Lic. Guillermo Vilar Álvarez (GV), Periodista, Guionista y Crítico Musical debaten sobre cuestiones medulares relacionadas al futuro de la música cubana.

JG: “Siendo nuestra música lo que verdaderamente es, un arquetipo de la nacionalidad cubana, todo lo que se hable en relación vale la pena. Los cubanos sienten la música como suya, siempre tiene una opinión. Defiendo el título que se ha dado a La Mesa:Música y mercado, dos extremos de algo sumamente importante y de lo que se habla poco, llamamos la atención a la industria musical.

“Este tema no es nuevo, se habla desde mediados del siglo pasado y su papel es marcar las pautas del arte.

“En Cuba, hoy, tenemos una relación en los dos extremos de la música: creación y consumidor o comprador y vendedor. ¿Cómo algo tan sensacional puede convertirse en mercancía y favorecer o no al desarrollo?

“Al finalizar la década de los 70’, varias casas discográficas habían ocupado el mercado de la música; luego surgen relaciones entre ellas e integraciones, incluso, lo que marca la élite y el control económico de su difusión. Durante los 90’ se produce una integración mucho más ‘violenta’: seis grupos, aproximadamente, en esta etapa que dictaban hacia donde se dirigía el mercado.

“Hoy, tres grandes transnacionales son los dueños del mercado musical global, con génesis en aquellos incipientes grupos productores; se estandariza o globaliza, entonces la música. El reto que tenemos desde Cuba, donde hacemos música con tanta calidad, es defenderla y no caer en eso.

“La música cubana tiene grandes cualidades, es una ventaja; excelente desde el disfrute y con potencialidad tremenda en la comunicación, demostrada desde hace muchos años hasta la llegada del bloqueo que nos saca de todos los mercados”

¿Cómo se valora actualmente la relación mercado-música en Cuba?

MB: “Jorge ha dicho una palabra clave para la diversidad de la música cubana: bloqueo. A pesar de ser un país eminentemente musical, con géneros y estilos de alta calidad, nos ha sido imposible incluirnos en mercados extranjeros globalizados, los que, indiscutiblemente, trabajan en la búsqueda de mayores capitales y no en el respeto de tradiciones.

“En Cuba no es una contradicción el mercado y la música de valor, toda vez que se ha demostrado que nuestra música tiene un potencial que penetra. La diferencia está justamente en calidad y coherencia”.

GV: “El consumo musical responde al contexto en el que se ha educado a la persona y sus necesidades culturales. Actualmente, existe una complejidad conceptual con respecto al mercado y nuestra música; si valoramos el deber que nos asiste, en el caso de los difusores y la responsabilidad social, comprendemos que no se trata de colocar cualquier tipo de música y sí distinguir aquella que transmita un mensaje verdadero”.

¿En qué medida se cumple con el propósito de incluir nuestra música en el mercado? ¿Cuánto influyen las empresas cubanas?

AA: “Las empresas e instituciones cubanas tienen la responsabilidad de representar y promover nuestros productos musicales; el país, además, destina una buena parte de sus ingresos a esas necesidades. La causa de la no inserción internacional de la música cubana, o poca, al menos, tiene que ver con la concentración del capital.

“Cuba ha negociado con los tres grandes grupos del comercio musical global, con reglas rígidas que cumplir, con la obligación de seguir ciertos códigos, pero nunca doblegados. Hay un peligro: se intentan liquidar gustos, y debemos cuidar eso”.

¿La promoción, hasta qué punto es responsabilidad del Instituto de la Música y sus empresas? ¿Cómo cuidan la política cultural vinculada a la difusión musical, esa que luego lleva a sufrir ciertos avatares?

MB: “La responsabilidad es absoluta. Hay que definir cómo entramos al mercado desde nuestras autenticidades, desde nuestra identidad, o cómo mercantilizamos la música para responder a un mercado globalizado.

“Debemos establecer alianzas necesarias con el Sistema de la Cultura, y de modo general, con todas las instituciones y ministerios que utilizan la música o la difunden, para lograr coherencia en ese sentido y ofrecer lo que realmente tiene valor.

“No se trata de dar lo que gusta, sin calidad; hablamos de ofrecer un producto con valor para lograr conformar un gusto”.

A menudo se superponen o imponen modos de hacer. ¿Consideramos como antiguas ciertas formas de realización o de lanzamiento que alguna vez fueron exitosas?

JG: “Tenemos instrumentos que cada vez podemos utilizar más. Hay premios como el Cubadisco, por el ejemplo, que, necesariamente, debemos lograr convertirlos en una plataforma de lanzamiento de buena realización; de alguna manera nos ofrecen un criterio, una valoración de los propios hacedores de la música”.

MB: “Hay un sistema de eventos y festivales que se han diseminado a todos los lugares del país donde se defiende la música nacional. Entonces, las instituciones sí están conscientes de hacia dónde deben dirigir su trabajo, tenemos fuerza suficiente para entrar al mercado con nuestra identidad bien definida”.

Un solo videoclip puede derribar el empeño de entregar un buen producto musical, ¿no ha pensado el Instituto de la Música en eso? ¿Cómo actúa al respecto?

MB: “Desde hace algunos años, nuestras casas discográficas han trabajado en la realización de audiovisuales, de manera que responda a lo que hoy se potencia. Elaboramos un plan para realizar alrededor de 300 materiales audiovisuales donde están representados los géneros y cultores más diversos.

“En cuanto al lenguaje audiovisual existe una contradicción entre forma y contenido, de ahí el plan que aspira a satisfacer necesidades y educar en valores culturales”.

JG: “La producción del videoclip en Cuba es de una factura excelente y podría acompañar muy bien lo bueno de nuestra música. La industria tiene mucho por hacer aún; hoy los soportes físicos pasan a la historia, con nuestros recursos nos adaptamos a las nuevas plataformas y maneras de hacer”.

GV: “En ocasiones, los realizadores del videoclip cubano están marcados por una sola tendencia, un lenguaje cerrado de realización: la grandilocuencia de ciertos lugares, las mujeres… y no se atiende a la diversidad en otros sentidos. Se hace buen videoclip en otros países, de Europa, por ejemplo, que bien pudieran ser incluidos en nuestras producciones”.

En cuanto al poder para decidir por la contaminación sonora, ¿puede el Ministerio de Cultura, el Instituto de la Música, las entidades e instituciones, limitar de malas creaciones la difusión en espacios públicos?

AA: “No podemos imponer ni censurar, formar es lo que nos corresponde y también tomar medidas con relación a los decisores estatales o privados, pero, definitivamente, sí se toman”.

Los televidentes de la Mesa Redonda:

Iris dijo: Yo considero que sobre todo sea el género que sea tiene que imperar la calidad, así sea reggaetón, si es del bueno, bienvenido sea, cualquier género tiene que tener calidad.

Yangel Silva dijo: A mí me gusta cualquier tipo de género musical, siempre y cuando la letra no sea agresiva. Hay días que quiero escuchar música suave y otros que la escucho un poco más arriba, con Gente de Zona. El mayor problema de la música que se escucha en Cuba está en la letra; qué me dice, cómo lo dice, qué me sugiere, que valores me aporta.

Toronjita pinera dijo: Soy salsera, timbera, vanvanera, buenafesera o como se diga, en fin, cubana, pero no dejo de reconocer que a nuestra música le está faltando algo para que se escuche mucho más que la foránea, salirnos de la vulgaridad y la chabacanería sería un buen punto de partida. ¿Qué es el Trap? ¿Eso es música?

Popular dijo: ¿Por qué se reproducen en los videoclips cubanos los mismos estereotipos que muchas veces hemos criticado? Es cierto que en un mundo audiovisual no se puede pensar una obra musical sin su videoclip, pero también es cierto que estos pueden ser más respetuosos. Muchas veces hacemos cosas por “vender” y nos olvidamos de nuestra cultura.


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