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El iniciador y Padre de la Patria (+ Video)

Publicado el 22 abril 2019 en Mesa Redonda,Historia,Temas Nacionales

Por: Leticia Martínez

Emisión: 19/04/2019

Cuentan que faltaban dos horas para la medianoche de aquel domingo luminoso del 18 abril de 1819 cuando Carlos Manuel respiró por vez primera en este mundo, justo en la casa del callejón de la Burruchaga, en la Villa San Salvador de Bayamo. Dicen que su madre, doña Francisca, lo arropó en su regazo; y que su padre, don Chucho de Céspedes, lo alzó como trofeo. Carlos Manuel Perfecto del Carmen de Céspedes y del Castillo fue, primero, la alegría de su hogar, y con los años se convirtió en iniciador de las luchas por la libertad de Cuba y Padre de la Patria.

Sobre él escribió tiempo después Martí, el Apóstol: “Es preciso haberse echado alguna vez un pueblo a los hombros, para saber cuál fue la fortaleza del que, sin más armas que un bastón de carey con puño de oro, decidió, cara a cara de una nación implacable quitarle para la libertad su posesión más infeliz, como quien quita a un tigre su último cachorro. ¡Tal majestad debe inundar el alma entonces, que bien puede ser que el hombre ciegue con ella!”.

De esa historia enaltecedora que entreteje lazos de coincidencias y destinos, se habló este viernes en el programa Mesa Redonda que, desde Bayamo, crisol de nuestra nacionalidad, juntó a prestigiosos historiadores para celebrar, 200 años después, aquel entrañable nacimiento.

Para Aldo Naranjo Tamayo, director de la Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes y apasionado estudioso del Padre de todos los cubanos, este hombre “simboliza el espíritu de una época, de rebeldía, unidad y patriotismo que necesitaban los cubanos en el siglo XIX para zafarse por siempre de las cadenas oprobiosas de la tiranía española en esta Isla. Esa mirada que siempre tuvo alrededor de la justicia, de la igualdad y de la fraternidad entre los hombres, lo proyectó como un político, un intelectual que dedicó todo esfuerzo a lograr el bienestar de su pueblo”.

Recordó las palabras de dolor pronunciadas por el doctor Fernando Portuondo en 1947, durante un discurso en el Cementerio de Santa Ifigenia, sobre el desconocimiento que hasta entonces se tenía del extraordinario prócer. “Remarcaba en esa ocasión que Céspedes era el gran olvidado, al que se le negaba hasta la sal y el agua. Sobre esa base llamaba a profundizar los estudios sobre el primer mambí y el primer ciudadano. Creo que a lo largo del tiempo se ha ido saldando esa extraordinaria deuda con el gran bayamés y el gran cubano”.

Tenemos una legión importante de historiadores, dijo el investigador, que han dedicado esfuerzos historiográficos aportadores en torno a la vida de Carlos Manuel. Los nombres están ahí: Fernando Portuondo, Hortensia Pichardo, Eusebio Leal, Gerardo Castellanos, Ramiro Guerra, José Maceo Verdecia, Rafael Acosta de Arriba, que han constituido importantes puntas de lanzas para el estudio del quehacer cespedista.

Para el historiador bayamés, este bicentenario vino a reafirmar la impronta de Céspedes, no solamente para Bayamo, el Oriente o para Cuba, sino para América Latina y el mundo. “Él es un hombre universal y ese es el primer gran aporte que en los últimos tiempos se ha realizado en los estudios cespedistas. El carácter cada vez más ecuménico de su obra, que mira y proyecta sobre muchas esferas. Hablamos de un político genial, de un conductor de pueblo, de un estadista que en las condiciones más difíciles de su tiempo supo conducir hacia el camino de la libertad. Es un hombre imperfecto, acotó, pero que siempre estuvo pensando en la Patria, en la Revolución y en la felicidad para su pueblo.

Al preguntársele a la doctora Olga Portuondo Zúñiga, historiadora de Santiago de Cuba, por qué fue precisamente Céspedes, respondió sin titubear: “por su prestigio”. Es el primero entre todos porque, desde muchos antes, en los años 50, rechazó la dominación española. Además estaban su experiencia y cultura, “porque Céspedes fue un hombre culto, que recorrió Europa, que supo del liberalismo, de cómo se comportan los pueblos cuando reaccionan en el aspecto político y revolucionario. Él va a tener un criterio del comportamiento del pueblo y además porque sabe y está al tanto de lo que está ocurriendo en el mundo”.

Es el hombre político capaz de percibir la situación revolucionaria de Cuba y percatarse de la necesidad de un líder, apuntó la investigadora. Además da la libertad a los esclavos porque sabe que es una forma de ganar aquiescencia en los hombres humildes, sobre todo con la población negra y mulata libre que estaba esperando que alguien la organizara.

Fue quien reconoció el momento exacto y de él escribió Martí: “Ya no había paciencia para más tributo, ni mejillas para más bofetones. Hervía la Isla. Vacilaba la Habana. Las Villas volvían los ojos a Occidente. Piafaba Santiago indeciso. “¡Lacayos, lacayos!’” escribe al Camagüey Ignacio Agramonte desconsolado. Pero en Bayamo rebosaba la ira… En la piedra en bruto trabajan a la vez las dos manos, la blanca y la negra: ¡seque Dios la primera mano que se levante contra la otra!

También de Guáimaro habló la doctora Portuondo Zúñiga, de la búsqueda de la unidad y de la imposibilidad de que los camagüeyanos negaran allí a Céspedes, “porque es el hombre del carisma, el iniciador, el individuo que ya se ha convertido en el Patria de la Patria”.

A la investigadora santiaguera le preocupa la cantidad de información sobre Céspedes que existe hoy sin catalogar en España, por eso comentó en la Mesa Redonda acerca de la necesidad de que las autoridades cubanas y españolas dialoguen y se realicen gestiones para llegar a conocer mucho más sobre esa parte de nuestra historia.

Como un ejemplo del papel conciliador y de indiscutible líder que jugó Carlos Manuel de Céspedes en la contienda por la libertad, el Premio Nacional de Historia, José Abreu Cardet, narró los hechos relacionados con militares dominicanos, cerca de una veintena, que se habían asentado principalmente en el Oriente del país luego de la derrota a España durante la guerra que sufrió República Dominicana, entre 1863 y 1865.

A esos militares que habían combatido a favor de la Metrópolis, que se caracterizaban por un carácter recio y que estaban desmoralizados, Céspedes logró sumarlos a la conspiración. Eso nos habla de quién era él ─ consideró el historiador ─, primero comprendió que había que alzarse contra España y luego intuyó la importancia del Ejército. Estaban en una guerra y hacían falta militares de experiencia. “Céspedes, hombre sensible, fue capaz de entenderlos, los atrajo, les otorgó altos grados militares y los envió a diferentes jurisdicciones”. Gracias a esa capacidad organizativa de Céspedes, acotó, se lograron grandes victorias.

Sobre los enlaces tremendos entre las figuras de Céspedes y Fidel, citó luego el alzamiento de la Demajagua y el asalto al cuartel Moncada: “cuando uno ve lo que ocurrió el 10 de octubre de 1868 piensa que es algo asombroso… la mayoría de los líderes locales no estaban al tanto, sin embargo Céspedes tuvo esa visión y se levantó prácticamente solo”.

Existe un hilo conductor entre la Demajagua y el Moncada, consideró Abreu Cardet. “Era prácticamente ilógico alzarse contra España con 400 hombres, que solo tenían machetes. Y asaltar la segunda fortaleza militar de Cuba parecía también ilógico. Uno todavía pasa por el cuartel y se asusta de ese asalto porque impresiona. Ambos comprendieron cuál era el momento y qué era necesario. El autor intelectual del Moncada es Martí, pero también el hecho es muy cespedista”.

Toda esa trascendencia del legado del Padre de la Patria estuvo más viva que nunca en el XXIII Congreso Nacional de Historia que durante estos días sesionó en la ciudad de Bayamo. Resultó un suceso extraordinario, dijo en el programa televisivo Aldo Naranjo Tamayo, director de la Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes.

“No solo fue el encuentro de los historiadores, los investigadores, los académicos, sino fue el vínculo de todo ese personal capacitado con el pueblo. Se hizo historia desde los barrios bayameses”.

El evento, argumentó, tuvo un calor de pueblo que resultó inédito en relación a los Congresos que le antecedieron y que queda como pauta para los próximos eventos científicos que organice la Unión de Historiadores de Cuba. El otro gran mérito que reconozco en el Congreso es la unidad de los historiadores. Estuvieron representadas todas las instituciones que tienen que ver con la memoria histórica de este país”.

La cita de los historiadores se convirtió en homenaje al hombre que abrió las puertas a la libertad de la nación y que aún hoy, en medio de desafíos tremendos, sigue aportando claves, como en aquella carta a Charles Summer, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, en la que escribió: “la Revolución Cubana ya vigorosa es inmortal; la República vencerá a la Monarquía; el pueblo de Cuba, lleno de fe en sus destinos de libertad, y animado de inquebrantable perseverancia en la senda del heroísmo y de los sacrificios, se hará digno de figurar, dueño de su suerte, entre los pueblos libres de América. “Nuestro lema es y será siempre: Independencia o Muerte. Cuba no solo tiene que ser libre, sino que no puede ya volver a ser esclava”.


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