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La crisis, ¿nueva conquista de América?

Publicado el 4 marzo 2010 en Noticias

Jorge Maldonado, de Costa Rica

Jorge Maldonado, de Costa Rica

Siendo como es Centroamérica, dentro del escenario latinoamericano, la víctima mayor de la presente crisis internacional, no sorprende el interés del auditorio de este miércoles en la Sala 3 sobre la ponencia del costarricense Jorge Coronado, dedicada al impacto en esa subregión.

Excluyendo a Panamá, que fue objeto de un estudio de caso en la misma comisión, Coronado expuso las consecuencias de las políticas neoliberales y las vulnerabilidades de los países centroamericanos ante la crisis.

Entre las primeras señaló: dependencia aún mayor de la economía estadounidense; 20 millones de habitantes en pobreza (55 % de la población), de los cuales 9,5 millones en la indigencia; niveles ridículos de inversión social, en contraste con el crecimiento sostenido de los presupuestos militares; caída del 10 % de las remesas, que constituyen una alta aportación al PIB; baja del turismo, casi todo norteamericano; altas tasas de desempleo y subempleo; disminución sustancial de las exportaciones hacia el mercado casi único, Estados Unidos, y crecimiento de las importaciones, incluso de granos como el maíz, históricamente producido en el área.

La copa que prometieron llenar los tratados de “libre” comercio, ni se llenó, ni mucho menos se derramó. Centroamérica lo que más exporta hoy son centroamericanos, casi todos a Norteamérica, a donde van a trabajar por mínimas remuneraciones en la construcción, la agricultura y servicios primarios.

Las medidas para revertir las fatales consecuencias de políticas que dispararon los indicadores macro y crearon ilusión de prosperidad; que enriquecieron más a los ricos más ricos y empobrecieron más a los pobres, y profundizaron viejas debilidades estructurales de las economías centroamericanas, hoy son, contra lo que algún rezagado de buena fe pueda esperar, más de lo mismo y al estilo del Norte: salvataje de la banca, casi toda privada en la subregión, y control, “austeridad”, de los gastos sociales; alguna inversión en obras públicas, que no generará de inmediato el empleo prometido y regalará nuevos márgenes a la corrupción; políticas asistencialistas de mitigación; ninguna diversificación productiva y, eso sí, todo el apoyo posible al sector privado desde los fondos públicos.

Esos “planes anticrisis”, como se dijo durante el debate de esa y otras ponencias en la misma comisión, demuestran que el capital -el capitalismo- no se preocupará nunca por salvar a nadie más que a sí mismo, intentando perdurar, y que, con independencia de salidas temporales dentro del propio sistema, a Centroamérica, Ámérica Latina en general y los subdesarrollados de este mundo, no les queda más salida que unirse, integrarse, defender sus auténticos intereses, para minimizar riesgos y daños, y sentar así bases para futuros cambios más radicales y profundos.

Como dijo en su exposición Efectos del neoliberalismo y la crisis sobre la economía real mexicana, Armando Javier Sánchez, de la Universidad Autónoma de Sinaloa: las alternativas de soluciones no pueden ser exclusivamente económicas; tienen que ser propuestas de modelos económicos y políticos alternativos al capitalismo; ni el neoliberalismo, ni Keynes, ni neokeynesianismos, representan ya soluciones para América Latina.

El drama del Caribe

En nuestra región, además de Centroamérica, la vulnerabilidad mayor frente a la actual crisis se concentra en el Caribe insular, centro de atención del análisis de Oscar Montero, de la Universidad Complutense de Madrid, y Zoila González, del Instituto de Relaciones Internacionales, de Cuba.

Ambos, mirando hacia el conjunto de pequeños países desde el ángulo de la relación con la Unión Europea, alertaron sobre su tremenda fragilidad: pequeños mercados internos, poca competitividad, gran dependencia del mercado y de los sistemas financieros externos, en medio de gran contracción e incremento del costo de los créditos; reducción de ingresos por turismo, del que casi todos dependen en gran medida…

Según la doctora González, en esas condiciones, agravadas por la dependencia de Estados Unidos y de las antiguas metrópolis europeas, solo queda como opción sobreponerse a diferencias y buscar la integración entre sí y con otros, por la vía de alternativas como la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA).

El tema de las migraciones y la crisis, a partir del caso de México, expuesto por Arturo Perales y Angélica Lastri, de la Universidad Autónoma de Chapingo, sumó argumentos a los puntos de vista que, con fundamento, evidencian la desventaja mayúscula de los latinoamericanos dentro de la desbarajustada economía mundial.

Hoy los migrantes de la región, tanto hacia Estados Unidos como hacia Europa, son rechazados por el capital, que demanda menos fuerza de trabajo, y el regreso a sus países, sumado a la disminución del envío de remesas, no hace sino agudizar la precariedad económica y social de esta parte del mundo, donde naciones pequeñas como Panamá, a la que se refirió Juan Jované, de la Universidad de la nación itsmeña, agotaron las posibilidades de un fugaz crecimiento -desigualmente distribuido-, sobre la base de servicios financieros, el cobro de un recurso exclusivo como el Canal, y las construcciones en este último, así como de viviendas suntuosas.

¿Qué hacer ahora, en Panamá, toda Centroamérica y el resto de América Latina, cuando la farsa neoliberal de prosperidad prometida deja caer el telón?

¿Cuáles son las alternativas a la crisis? Los intentos de respuesta, por fuerza, ponen cada vez más en tela de juicio al capital y al capitalismo, aunque este aún esté lejos de batirse en retirada.

(Con información del El Economista de Cuba)


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