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Camila Vallejo mantiene en jaque a Piñera en Chile

Publicado el 6 octubre 2011 en Noticias

En esta foto tomada el 22 de septiembre del 2011, la líder estudiantil chilena Camila Vallejo camina después de participar en una manifestación en el centro de Santiago de Chile.  Foto:AP Foto/Roberto Candia

En esta foto tomada el 22 de septiembre del 2011, la líder estudiantil chilena Camila Vallejo camina después de participar en una manifestación en el centro de Santiago de Chile. Foto:AP Foto/Roberto Candia

A sus 23 años Camila Vallejo, una militante comunista egresada de geografía, es la líder más visible de un movimiento estudiantil que derribó la popularidad del conservador presidente Sebastián Piñera y puso en jaque a su gobierno.

Enfrentarse al gobierno de un multimillonario convertido en Presidente ha tenido un costo notable: Camila y muchos de los 35 dirigentes de 25 universidades estatales chilenas dedican el 100% de su tiempo a sostener y proyectar las movilizaciones nacionales que iniciaron hace cinco meses.

“Hay un cansancio mayor que uno carga, como el cansancio mental, el estrés, es como una mochila, porque a nivel mediático, sea cierto o no, se instala la imagen de que eres responsable de todo, de lo bueno y de lo malo”, dijo Vallejo en entrevista con The Associated Press (AP).

Vallejo es la líder más carismática. Ha estado en el centro de los reflectores por su capacidad para articular el mensaje del movimiento, que busca resolver los problemas de fondo del sistema educativo chileno y por su capacidad para ayudar a lograr consensos entre los estudiantes.

Al mismo tiempo, se ha convertido en un icono cultural, una sensación en YouTube y una celebridad internacional. Modula muy bien sus frases, algo no muy común entre los chilenos, que acostumbran ‘comerse’ la letra “s” al hablar rápido.

Ella es quien se dirige a los miles que los dirigentes congregan en sus marchas. Toma el micrófono en cualquier momento y habla como si hubiera nacido con él. Esa habilidad hizo que la eligieran vocera junto a uno de sus compañeros.

Luego de marchar muchas cuadras Vallejo, rodeada por escoltas de su partido, se monta sobre un improvisado escenario, sube ante gritos y aplausos de miles que la observan. Toma el micrófono y se dirige naturalmente a su auditorio. Habla espontáneamente, sin elevar la voz, y dice que deben seguir movilizados hasta conseguir sus objetivos.

La escena se repite marcha tras marcha, de las 36 que han hecho desde finales de abril.

Son tantas las personas que tratan de acercársele, que debe moverse rodeada y custodiada por miembros de la Juventudes Comunistas y compañeros universitarios. Decenas de adolescentes la llaman por su nombre mientras alzan en una mano un celular para fotografiarla. Otros le gritan: “Camila, te amo”.

“Ella estuvo en el momento correcto, en el lugar correcto, y es la persona correcta”, dice Marta Lagos del Latinobarómetro. “No da la sensación de que ella busca el estrellato, no se sobreactúa, no anda sonriendo, tiene una serie de características que la hacen verse seria, sólida”.

Las marchas estudiantiles constituyen las movilizaciones más masivas del país en los 20 años de democracia tras la dictadura. Junto a los escolares, decenas de miles de padres salieron a las calles a protestar en apoyo a sus hijos y expresar que la mayoría está asfixiada por las deudas educativas adquiridas con la banca privada.

El modelo educativo, heredado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), obliga a padres y estudiantes a contratar créditos con un interés del 6% anual. A veces, los créditos son firmados a diez o, incluso, 20 años.

Las familias asumen el 85% del gasto de la educación superior. El 15% restante lo aporta el gobierno.

La mayor central sindical del país se sumó al movimiento, así como el gremio de los profesores, que suele protestar por demandas sectoriales, y, en un hecho inédito, varios rectores universitarios marcharon.

La oposición de centroizquierda quiso caminar al frente, con los líderes de la marcha, pero fue rechazada.

Las movilizaciones remecieron a la clase política. Obligaron al gobierno a retroceder y a flexibilizar sus posiciones en más de una ocasión: la más notable sucedió cuando los estudiantes rechazaron, como solución, la expedición de leyes.

Aún así, el gobierno envió un proyecto de ley al Congreso para rebajar los intereses de créditos educativos a un 2% y otro para reprogramar las deudas de 110.000 morosos. Piñera también propuso un aumento del 7% en la financiación de la educación pública.

Vallejo rápidamente respondió con ironía, vía Twitte, diciendo: “¿Un aumento del 7.7% en pp Educación puede ser un esfuerzo extraordinario si el 2011 aumento un 13%, el 2010 y 2009 un 15% y el 2088 un 24%”.

La popularidad del presidente descendió a un 22%, según coinciden varias encuestas. En contraste, el apoyo a las demandas estudiantiles aumentó a un 89%.

Pero la falta de un acuerdo podría radicalizar el conflicto y provocar violentas confrontaciones. Varios de los dirigentes, incluida Vallejo, podrían perder la credibilidad que necesitan para mantener bajo control un movimiento que tiene voces mucho más radicales.

De hecho, el presidente cambió de estrategia y acabó de elevar el nivel de la confrontación proponiendo criminalizar a quien se tome las universidades y se enfrente a la policía en las marchas.

“Tampoco se puede jugar con algo que es un derecho de la sociedad, que es el derecho a la manifestación, el derecho de expresión, y eso hoy día se está coartando producto de esta ley reaccionaria”, respondió Vallejo vía Twitter.

La semana pasada estaba muy enojada por la falta de un notario que certificara lo tratado y acordado durante un encuentro a puerta cerrada con el Ministro de Educación. El alto funcionario accedió llevar uno para la sesión del miércoles que tratara una demanda clave: la gratuidad de la educación.

Piñera ha dicho que no habrá educación gratis para todos porque las cosas “no son gratis y alguien tiene que pagarlas” y así se ha negado a desprivatizar el servicio educativo.

Entre tanto, los líderes usan Twitter para convocar a las movilizaciones o dar instrucciones. Vallejo tiene unos 300,000 seguidores y puede movilizar al estudiantado en unas horas.

“Esta juventud que está en la calle, empezando por ella (Vallejo), tienen el conocimiento de lo que sucedió (en la dictadura), pero no comprenden la naturaleza de las vivencias, entonces no le tienen miedo a la autoridad, eso ha quedado claro”, dice la experta Lagos.

En una oficina estudiantil en la Universidad de Chile, Vallejo conversa en calma con la AP. Explica, con mucho detalle, la logística de las marchas, el porqué la banca tiene que salir de la educación y su obsesión: la sostenibilidad del movimiento.

Habla con sus manos. Constantemente las usa para enumerar, gesticular, indicar, enfatizar con sus dedos largos y finos.

En una pared de la oficina cuelga una fotografía de Vladimir Ilich Ulianov, Lenín, y a su espalda hay un estante atiborrado de documentos. Entre ellos aparece un casco, tipo minero, de color rojo.

Es inteligente y tiene una notoria preparación política. También es hermosa, de tez clara, ojos verdes y pelo largo castaño rojizo, el que pareciera no peinar muy a menudo.

La sociedad chilena constantemente habla de su belleza, un factor clave de su liderazgo. “Su presencia física en nuestro medio también influye porque somos bastante discriminadores”, dice Giorgio Agostini, director del Instituto Psicológico-Psiquiátrico de Chile, que agrega que no hace falta que use ese atractivo.

Tiene un ‘piercing’ en la nariz, símbolo de rebeldía de su generación, un collar y un par de aretes artesanales y un anillo de plata en el índice de su mano derecha.

Sonríe poco, al menos en público, y respalda sus aseveraciones con muchos argumentos.

“Tiene condiciones de liderazgo porque es capaz de captar las necesidades de sus compañeros y se ha convertido en su vocera, pero al mismo tiempo como que hay un discurso aprendido, repite básicamente las mismas cosas por esta impregnación ideológica previa”, dice Agostini.

Su mandato a la cabeza de los alumnos de su universidad vence a comienzos de noviembre. “Pero yo creo que vamos a tener que discutir el aplazar las elecciones (de octubre) por esto de las movilizaciones”, dice, al tiempo que no descarta repostularse.

“Queremos cerrar el semestre rápidamente y continuar movilizados”, dice sentada detrás de un escritorio.

A mediados de septiembre, las protestas callejeras parecieron perder fuerza. Pero vino la amenaza del gobierno de que 70.000 estudiantes de secundaria repetirían el año por no asistir a clase y que miles de universitarios perderían sus becas y préstamos por no cerrar el año académico.

En vez de asustarse y volver a las aulas, los jóvenes se fortalecieron y entre 100.000 y 180.000 estudiantes, según los organizadores, participaron en lo que se convirtió en la tradicional marcha de los jueves.

“El movimiento va a tener una proyección de largo plazo y al no conseguir en lo inmediato acuerdos que logren reformas estructurales al modelo, va a tener que cobrarle al gobierno las consecuencias de sus respuestas, que se van a traducir en hechos políticos (en las elecciones municipales de 2012 y presidenciales de 2013)”, dijo Vallejo. “Lo que más le va a doler al gobierno, por no haber escuchado a la gran mayoría del país, es que los votos no se traduzcan en un apoyo mayoritario que les permita darse continuidad”.

Los dardos también se dirigieron hacia la Concertación: los cuatro partidos de centroizquierda que gobernaron a Chile durante 20 años sin introducir cambios al modelo educativo de la dictadura.

Durante el gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010), se desmovilizó un fuerte movimiento de estudiantes de secundaria conocido como los pingüinos por los colores de sus uniformes, al invitar a sus dirigentes a unirse a comisiones que analizarían sus problemas.

De esas reuniones no salió nada concreto.

“La juventud en general no confía en la clase política… hubo un acomodo de la Concertación, ellos se conformaron y se beneficiaron con eso”, dice Vallejo que no descarta postularse a diputada aunque “no quisiera”. Lo haría si su partido se lo pide.

(Con información de AP)


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