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La muerte no impide una victoria

Publicado el 24 febrero 2012 en Noticias

Hugo ChávezPor: Max Lesnik, Radio Miami

Aunque no se atreven a decirlo en público por temor a una reacción indignada del pueblo venezolano, lo cierto es que la oposición que enfrenta a la Revolución Bolivariana se está refocilando de alegría contenida, con la noticia ofrecida por el propio Presidente Hugo Chávez de que se someterá a una nueva operación quirúrgica en La Habana para que le sea extraída una tumoración recurrente en la pelvis.

Piensan equivocadamente- cegados por el odio- que la enfermedad del mandatario venezolano o que si la muerte se interpone en el camino del líder bolivariano, ellos podrían obtener la victoria en el proceso comicial que se avecina en su país.

La historia de Cuba nos ofrece ejemplos que dicen todo lo contrario. En el año 1950 el líder del partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos), Eduardo Chibás estaba gravemente enfermo, luchando por su vida en medio de una campaña electoral por un escaño senatorial de la provincia de La Habana. Chibás, postrado en su lecho de convalesciente, después de haber sufrido una complicada operación de una hernia diafragmática, no podía hacer acto de presencia en los mítines de su Partido que concurría a los comicios sin alianzas con otras fuerzas políticas de la oposición. Mientras tanto el candidato oficial del Partido Autentico , Virgilio Pérez López , postulado además por una poderosa coalición de cuatro Partidos políticos, contando con todos los recursos económicos del poder, recorría toda la provincia habanera haciendo alarde de la poderosa maquinaria electoral que le respaldaba. Se celebraron las elecciones y quien ganó la senaduría fue desde su lecho de enfermo, el líder Ortodoxo Eduardo Chibas.

Eso ocurrió en 1950. Un año más tarde el Senador Chibás, en medio de una agria polémica con el Ministro de Educación Aureliano Sánchez Arango, se suicidó ante los micrófonos de la emisora CMQ en los momentos que aspiraba a la presidencia de la república en las elecciones señaladas para el primero de junio del año 1952.

El sepelio de Chibás, aquel triste 16 de agosto de 1951 ha sido el funeral más concurrido en toda la historia de Cuba. Chibás ya no podía ser el candidato presidencial del Partido del Pueblo Cubano. Le correspondió al profesor universitario Roberto Agramonte y Pichardo- un hombre honrado y de gran prestigio académico, pero sin el carisma político y personal de Chibás, suceder en la candidatura presidencial de su Partido al gran líder tan trágicamente desaparecido de la vida.

Esas elecciones del mes de junio de 1952 no se llegaron a celebrar gracias- mala la gracia- por el Golpe de Estado de Fulgencio Batista el diez de marzo de ese mismo año . Pero todos sabían- y así lo demostraban las encuestas realizadas- que el seguro ganador en aquellas elecciones- de haberse celebrado- hubiera sido el candidato presidencial del Partido Ortodoxo, porque si bien Chibás no estaba de cuerpo presente, su espíritu era el motor que guiaba al pueblo cubano por la senda de la victoria en aquella frustrada jornada gloriosa.

La historia nos da lecciones. Que ni la enfermedad ni la muerte de un líder pueden impedir la victoria de una causa cuando esa causa es justa .

¿Que quieren entonces los que desean la muerte de Chávez? ¿Un Golpe de Estado reaccionario como el de Batista en Cuba antes de las elecciones del año 1952, con el aplauso del gobierno del norte ? ¿Pero y después qué? Pues después vendrá en Venezuela una nueva Revolución más radical que la de Chávez, inspirada en su ejemplo bolivariano.

¿Qué por quién doblan las campanas? No doblan precisamente por el Presidente Hugo Chávez. Doblan por los que le desean su muerte cuando son ellos los que están muertos y no lo saben.


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