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UNEAC: clave en la batalla de resistencia cultural de Cuba

Publicado el 21 abril 2017 en Noticias

Orlando García Martínez, presidente de la UNEAC en Cienfuegos

Orlando García Martínez, presidente de la UNEAC en Cienfuegos

La humanidad atraviesa intenso capítulo de la guerra cultural librada entre un modelo de homogeneización —cuyas señales de incidencia más evidente contra su adversario son la anulación de sus emblemas y la imposición de los suyos—, y el paradigma de tradición e identidad de los pueblos. Las trincheras se cavan ahora en el terreno de los símbolos, la cultura [1] y la ideología.

Sin embargo, en escenario tan delicado y movedizo para proyectos como el cubano, no siempre se obra en consonancia con los criterios más acertados a la hora de evaluar la calidad de las propuestas artísticas que estarán sujetas al juicio de distintos tipos de receptores. Del grado de instrucción de este pueblo, la acertada política cultural de la Revolución y el volumen de dirigentes capacitados existente, subsisten ejemplos nacionales lamentables como en fecha reciente el triste recibimiento a los turistas del crucero Adonia en mayo, impugnado como se debía por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) [2], en cuya III Reunión del Consejo Nacional Abel Prieto aludió a “fuerzas desintegradoras en nuestra sociedad, a la convivencia de expresiones de barbarie y de vulgaridad, al deterioro y el autoexotismo que pretende que nos disfracemos y que nos vean como una caricatura de nosotros mismos y que se convierta nuestra identidad en algo pseudofolclórico”. E instó a la vanguardia intelectual a estar muy alerta.

El historiador Orlando García Martínez, autor de una decena de libros publicados en Cuba y el exterior, e intelectual de oído muy fino para detectar cualquier nota en falso de la sinfonía cultural e imposturas de cualquier género, dirige desde su misma creación a la UNEAC en este Cienfuegos de glorias. Y, cauce lógico, casi obligado, la entrevista con Orlando García Martínez para el Sitio Web de UNEAC vertebrada en temáticas como: jerarquización, símbolos, arte y mercado, sistema institucional, prácticas culturales en los nuevos modelos de gestión y otros temas, todos integrantes del abecedario del trabajo de la Unión. De ahora en adelante, basados en un criterio de no alargamiento innecesario del material y de no desdeñar gran parte de los valiosos pronunciamientos aquí emitidos, dejamos al presidente de los 217 intelectuales cienfuegueros miembros de la UNEAC como la voz única de este texto.

“La UNEAC no ha hecho concesiones de principios en cuanto a la necesidad de que lo mejor del talento cubano sea el que marque la jerarquía. Presenciamos esa dicotomía afrontada hoy entre la no correspondencia entre fama y talento, los cuales andan por lados diferentes. Eso provoca la existencia de una gran confusión valorativa, incluso al validar o aprobar proyectos o propuesta, lo cual no deja de ser un contrasentido a más de medio siglo de nuestra Revolución, cuya política cultural delineada con claridad por Fidel ha propiciado el surgimiento de un extraordinario talento artístico y literario.

“¿Qué pasa con el consumo del arte, qué pasa con los públicos cuando se enfrentan al hecho artístico? ¿Están preparados para saber discriminar entre lo banal y su contrario, entre lo de moda y lo perdurable? Creo que ahí le toca un alto grado de responsabilidad al sistema institucional. Al parecer tanto en la enseñanza en sus diferentes niveles como en el propio Ministerio de Cultura se ha perdido un poco la estrategia para asegurar que la proyección de la cultura cubana vaya por los caminos necesarios para enfrentar algo que es el desmontaje de la Revolución a partir de un ataque a los símbolos, a la misma cultura, a la ideología. No por gusto en los peores momentos del período especial Fidel insistió en que salvar la cultura era lo primero; todos quienes llevamos unos años en la organización vimos cómo nos crecimos, luego nos sentimos mejor representando el papel de la UNEAC en una Revolución como la nuestra en las peores circunstancias. Mantener la dignidad, nuestro proceso y nuestra política cultural ha sido quizá la enseñanza mayor legada por Fidel. Un político con una visión tan profunda del futuro y sobre todo de la propia Revolución como concepto de transformación y cambio en beneficio de la humanidad siempre alertó que podemos mejorar económicamente, pero si descuidamos la cultura perdimos la batalla a largo plazo, pues realmente el desmontaje de los procesos sociales de vanguardia hoy en el mundo parten del derrumbe de los símbolos, la cultura y las tradiciones; de restarle identidad a los pueblos y homogeneizar el pensamiento. El discurso neoliberal y los centros de poder hegemónicos están dictando la estrategia.

“He observado la transmisión de los Juegos Olímpicos de Río; cada vez que compiten los norteamericanos resaltan sus símbolos. Recuerdo que al regreso de mi primer viaje a EUA me preguntaban qué había sido cuanto más me impresionó, a lo cual respondí: el tratamiento a los símbolos, la forma cómo los remarcan, su bandera en todas partes, hasta en las matrículas de los autos. Sin embargo, nosotros aquí nos apenamos cuando decimos que la escuela se nombra 5 de Septiembre, o que lleva el nombre de un mártir de esa epopeya patria, ya eso es un tabú: ello como resultado de ese proceso de desmontaje paulatino, sem invisible pero cada vez más evidente. Ahora los centros nocturnos u otras obras en inauguración vienen desprovistos de los nombres de los símbolos, no sé cuál es la razón. A veces tampoco se produce un resultado feliz al apreciar el nombre del símbolo en una edificación en condiciones constructivas deplorables; es penoso. En ocasiones comparas el estado de una institución cultural con un nombre de significación y el centro nocturno, con su derroche de recursos, y ves una contradicción infeliz.

“(…) Fidel también nos alertó: ¡cuidado con las decisiones tecnocráticas!, en los peores momentos del período especial; nos dijo a quienes en aquel momento dirigíamos la UNEAC, que no cayéramos en esas trampas. Empero, la UNEAC suele caer en el mismo saco de todos, cuando se ponen en prácticas determinadas decisiones economicistas (….). Quizá hoy el debate más difícil que tenemos es la comprensión cabal del significado del diálogo. El diálogo no se trata de que tú me das la oportunidad de que yo diga, y después de escucharme haces lo que deseas, lo que trasladado al campo de la Cultura se expresa en que de pronto le dan una distinción oficial a determinada expresión cultural y uno se pregunta bajo qué principios fue y para qué pidieron antes a la UNEAC su opinión sobre la jerarquía. Uno de los grandes problemas afrontados en el diálogo es que las personas con un encargo público piensan que dicho encargo les confiere la autonomía para decidir unilateralmente, y es otro reto de una UNEAC participante de la Conceptualización del Modelo Económico de Desarrollo Socialista, en busca de un socialismo próspero, con un ciudadano feliz pero comprometido, feliz de participar en el proceso, no solo de asentir.

“Un ejemplo: los mecanismos entronizados para la música para nada tienen que ver con nuestros conceptos sobre la participación de los artistas. La estructura dada a la Empresa Comercializadora de la Música Rafael Lay entroniza una especie de capitalismo salvaje, porque músicos que estudiaron juntos hoy día compiten por el empleo, a todo costo, y se manejan criterios de calidad sobre la base de valor en el mercado y no de la propuesta artística. Se habla de precio pero nadie revisa las características de dicha propuesta, te hablan de un recital por determinando monto financiero y te parece exagerado, pues solo cantan tres canciones en su espectáculo en la plaza y se fueron. En empresas como esta no se mide el factor de calidad sino los ingresos (…) es cierto que existen los protegidos por nuestra política cultural, pero los que van al mercado es un sálvese quien pueda y esto es quizá algo de cuanto más daño está haciendo hacia el interior del propio movimiento intelectual, en tanto acentúa la diferencia entre escritores, artistas, cineastas y los músicos. Y daña. Eso se aprecia en nuestras mismas asambleas: muchísimos hablando que no tienen trabajo, que se están muriendo de hambre, que le subieron el impuesto y cuándo se revisa sus nóminas estamos hablando de gente que ganan 125 mil pesos al año. Si se le quita el siete por ciento del impuesto más el 15 por ciento a entregar a la Empresa, el saldo aun supera los 100 mil pesos. Son como dos discursos dentro de un mismo proyecto y similar organización (…) Dentro de nuestro Comité Provincial estamos cerrados en bloque y esas tendencias, existentes, no encuentran fuerza porque estamos constantemente poniéndole coto. Pero, todos lo sabemos, no sucede así en otros contextos.

“Ahora pongo otro ejemplo a colación que aunque no generado dentro de nuestro seno, al final atenta contra la Unión: los graduados de artes plásticas de una escuela sacan su permiso de cuentapropista y abren su galería particular ¿cuántos de los muchachos graduados de las escuelas están interesados en hacer una obra sólida y cuántos en vender, vender y vender? Hablo con varios de ellos y les pregunto ¿Porqué no hacen una exposición personal? No lo hacen, no tienen un compromiso social; sino uno meramente individual que pasa por el concepto de que ellos son una individualidad para ganar dinero para sí, nada más. Es otro de los fenómenos que lastran la cultura y a la vez son reflejo de los fenómenos sociales y el individualismo que están suplantando esa voz colectiva que había caracterizado a la Revolución Cubana, esa solidaridad entre los componentes de la sociedad y en particular los integrantes del movimiento intelectual de vanguardia. En muchas galerías privadas se reproducen modelos acordes con una visión enlatada de Cuba, for export. Como recordó en fecha reciente un historiador cubano, al visitante norteamericano, por ejemplo, se le está ofertando una imagen distorsionada donde se privilegia la mulata, la rumbera, la sensualidad de la mujer: para nada el desarrollo cultural (…).

Otro problema actual es que el debate, el diálogo, se quedan en los órganos de dirección, pero a la base no van de la misma manera y te encuentras por ejemplo una Dirección Municipal de Cultura que ahora está en un proceso de renovación, da sus primeros pasos, pero prácticamente desconoce que en esta ciudad vive casi el 95 por ciento de los miembros de la UNEAC y por ende pasas inadvertido para funcionarios y directivos de esa institución. Y peor: ni tan siquiera muchas veces nos tienen en cuenta a la hora de realizar un análisis de una propuesta o de debatir un proyecto; el día del premio te dan un beso, un análisis y un diploma, pero los otros 364 no existes. Otro valladar de la Cultura es que a veces sus dirigentes en la base no están capacitados para conducir los procesos. En un momento cuando ha habido una explosión del talento resultado de la propia política cultural de la Revolución, la política de cuadros se ha quedado detrás y los encargados de conducir los procesos culturales. Pareciera que transitamos en dos fases”.

(Tomado de Unión de Escritores y Artistas de Cuba [3])


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[3] Unión de Escritores y Artistas de Cuba: http://www.uneac.org.cu/noticias/uneac-clave-en-la-batalla-de-resistencia-cultural-de-cuba

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