Che periodista

Algunos hombres nacieron sin derecho a la pausa. El Che fue uno de ellos. Primero, un asma bronquial que le estrujó el pecho desde la cuna y hasta el húmedo y fatal día de octubre del 67; luego, el hambre de saber, de leer, de observar; de levantarle la falda a América para trepar por su cintura fértil y pobre, malnacida y bella, cruda e inigualable. Lo imagino casi como un velero sin ancla, mas jamás perdido. Y ese Che, el que nació sin derecho a la pausa, tampoco dejó jamás de escribir.