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El diseño garantiza calidad y funcionalidad

Publicado el 5 junio 2014 en Mesa Redonda

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda [1]

Fotos de Roberto Garaicoa

¿Cuán oportuno puede ser que una sociedad, con un modelo como el nuestro, jerarquice en sus procesos el diseño? ¿Es esta una profesión solo necesaria para el mercado o para estimular el consumismo? ¿Qué peso tiene el diseño en la garantía de la calidad? ¿Cómo Cuba puede potenciar más el capital humano que tiene en esta rama de cara a su desarrollo económico?

Estas y otras interrogantes tejieron el análisis de la Mesa Redonda del jueves, que tendrá su continuación este viernes, y en la que se precisaron conceptos tan importantes como que el diseño es una profesión que se anticipa a los procesos, en aras de generar mejor bienestar y calidad con la producción material que se despliegue, así como que es preciso ganar en una cultura material que redunde en fabricaciones más eficientes y funcionales, y en consumos más lógicos y coherentes.

Sergio Luis, rector del Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI), puntualizó que desde que el hombre sintió la necesidad de hacer algo comenzó el diseño, pero que es una profesión muy joven, que en Cuba surge en los años 80. Al tiempo que subrayó que hoy día convivimos con más de 20 mil objetos diariamente, en los cuales está el proceso creativo del diseño.

Alegó que es esta una actividad multidisciplinaria, “ya que actuamos en contexto, en colectivo, y hay un universo muy amplio de interacciones entre las profesiones y el diseño porque este hace converger un grupo de soluciones”.

Sobre la trascendencia de esta actividad, resaltó que la cultura material de la humanidad se conoce a partir de su contexto material, por ello la evolución de las sociedades se conoció por el diseño de determinados materiales. También en la actualidad las personas son evaluadas por los objetos que usan, lo cual no se debe confundir con una exacerbación del consumo. “Tener productos que logren una calidad de vida en las personas no significa consumismo”.

Pedro García, director de la Oficina Nacional de Diseño (ONDI), advirtió que vivimos en un contexto lleno de objetos. “Eso implica que hay una vida material en la que estamos insertados, pero es importante que esa vida forme parte de una cultura material. En una sociedad como la nuestra eso es fundamental, porque tenemos un potencial profesional dispuesto al desarrollo de productos que deben encontrar su expresión en la satisfacción de necesidades de nuestra gente”.

Dijo que el tema debe enfocarse en la necesidad de satisfacer deseos y problemáticas. “No podemos ser una sociedad estancada en una única opción, debe haber propuestas hermosas y funcionales, así como opciones para diferentes niveles de acceso.

Los expertos coincidieron en que podemos tener en el mercado objetos que aparentemente sean funcionales y realmente no lo sean. “Por ello es vital la labor de los diseñadores, porque podríamos enfrentarnos a la paradoja de tener una infinidad de productos que respondan a otros climas, a otros contextos o que duren muy poco”, insistió Pedro García.

La cultura material, dijo, no está emparentada con la pobreza creativa. “A veces vemos muebles muy pomposos que tienen violaciones de normas, porque se ha instalado una especie de seudocultura que debemos ir borrando. Si usted va a hacer los muebles de madera deben ser confortables y hermosos, y a la vez debe apostar por una producción eficiente y armoniosa con el medio ambiente”.

Resaltó que ese debe ser un paradigma que debemos de manejar: diversidad con los costos necesarios. “Usted puede producir objetos con el cumplimiento de todas sus funciones y disminuir costos, esa volumetría no es un signo de confort. El diseño es un proceso de anticipación de una realidad, así que si quiere maximizar las potencialidades de salida y con menos costos, debe ser conceptualizado desde el diseño”.

Gisela Herrero, también de la ONDI, añadió que cada vez son más las empresas e instituciones que reconocen la necesidad del diseño, porque es una insoslayable actividad que impacta la vida económica. “Por ello es tan importante que las dinámicas que se establezcan entre creadores y receptores se articulen. Tampoco puede pensarse que el diseño se asocia a un costo, sino a una inversión y es una herramienta para ahorrar”.

Sobre el momento que vive Cuba, valoró que “estamos asistiendo a una oportunidad importante, de cara a los nuevos escenarios, que van a ser plataformas para que el diseño se abra muchos más espacios. Debe ocurrir un proceso de aceleración del desarrollo y hay que apoyar eso. Hay que entregarle a la sociedad productos de calidad y potenciar una cultura material por la valía del sistema que tenemos, y no donde prima el consumo. Debemos procurar que los productos tengan buenas prestaciones y buenos niveles de asimilación”.

Eviel Ramos, del Instituto Superior de Diseño, defendió el criterio de que muchas veces se busca al diseñador cuando hay que sacar el producto al mercado internacional, cuando el nacional está urgido de tener mejores propuestas.

Para cambiar esta realidad, dijo, no solo es preciso que el empresario tenga un nivel cultural, sino un nivel de sensibilidad y amor hacia el producto que hace. “El diseñador es una especie de intérprete entre el productor y el consumidor. Si el productor puede ponerse del lado del consumidor entenderá que no existe el diseño que satisfaga al ciento por ciento de los consumidores, por ello hay que prever varias posibilidades, porque todos no van a tener los mismos gustos y las mismas necesidades”.

A propósito del intrusismo profesional, contemplaron que como esta es una actividad que interactúa con otras profesiones hay quien cree que puede con un software ser diseñador, y esto es una actitud aberrada que atenta contra la calidad de lo que se propone al consumidor.

Sobre el rol de la ONDI, Gisela Herrero puntualizó que en los 35 años “que vamos a cumplir si bien el diseño es susceptible de mejoras, la Oficina tiene funciones ejecutivas y estatales que ha tratado en todos estos años de robustecer”. Mencionó que ahora se está actualizando el Registro nacional de diseñadores, “que nos ha permitido saber lo que hace nuestro gremio, e incluso conocer sus potencialidades”.

Pedro García precisó que con la subordinación de la ONDI al Ministerio de Industrias se alcanzarán mayores logros porque entramos a un gran sector que unifica a varios sectores productivos. “Ocurre además en un momento trascendental porque los cambios exigen una ofensiva de cara a las exportaciones, y este es un campo neto para los diseñadores. Si usted quiere exportar productos, y no materias primas, hay que trabajar con la variable diseño. Y si quiere sustituir importaciones no puede hacerlo con productos que van a ser peor que los que traías de otros mercados”, precisó.

Dentro de las cosas que están desarrollando, explicó todo el proceso de sensibilización de cara a la industria y al receptor. Procuramos también que la ONDI sea un vehículo para que todo ese potencial que tenemos de diseñadores pueda encontrar proyectos.

Eviel Ramos añadió que el ISDI cumple 30 años con una mayor vinculación de los estudiantes a trabajos directos y con un claustro que se ha ido especializando en función de tener un profesional más competente.

El rector de este centro, Sergio Luis, hizo énfasis en que hoy tenemos 1 800 graduados de Diseño repartidos por todo el país. Por ello hay que aprovechar toda esa inteligencia en función de la solución de problemas, con propuestas más atractivas y funcionales. “La mala factura de algunos productos que hacemos trasciende el tema económico, porque lo que muchas veces ocurre es que no se propicia el encargo a un profesional del diseño, porque es una actividad que se soslaya de cara al universo empresarial, productivo”.

El mercado, acentuó, no puede ser quien condicione que sea más bonito y funcional el producto que adquirimos, sino la cultura material de nuestra sociedad. También nuestros diseñadores deben estar comprometidos con la sociedad, y no con los costos, la banalidad, el facilismo… debe haber ética en la profesión y es una responsabilidad compartida que nuestro contexto no carezca de diseño.

La Mesa Redonda dedicó su emisión a las potencialidades y retos del diseño en Cuba, con la participación de los principales directivos de la Oficina Nacional de Diseño (ONDI) y el Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI).

Sergio Luis, rector del Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI), puntualizó que desde que el hombre sintió la necesidad de hacer algo comenzó el diseño, pero que es una profesión muy joven, que en Cuba surge en los años 80.

Pedro García, director de la Oficina Nacional de Diseño (ONDI), advirtió que vivimos en un contexto lleno de objetos.

Eviel Ramos, del Instituto Superior de Diseño, defendió el criterio de que muchas veces se busca al diseñador cuando hay que sacar el producto al mercado internacional, cuando el nacional está urgido de tener mejores propuestas.

Sobre el rol de la ONDI, Gisela Herrero puntualizó que en los 35 años “que vamos a cumplir si bien el diseño es susceptible de mejoras, la Oficina tiene funciones ejecutivas y estatales que ha tratado en todos estos años de robustecer”.


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