¿Por qué siempre NO?
Se hace común entrar a una tienda y ser víctima del NO; dependientes robotizados cuyas frases claves se resumen en “había, pero ya NO”, “una lástima, pero NO”. Tal pareciera que estudian las mil y una maneras de decirlo para causar el mismo efecto devastador. Tensión ante la existencia o no de las tan buscadas jabas, ansiedad que sofoca al consumidor en una cola sin luz al final del túnel, donde los productos guardados ya tienen nombre.