La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha sumado un nuevo asesinato a su lista de crímenes: el del líder libio Muammar Al Gaddafi, quien fue ejecutado el pasado jueves 20 de octubre. El dirigente se encontraba en el puerto de Sirte, con sus más fieles seguidores. Una caravana intentó huir de la zona y fue atacada por aviones de la OTAN. Fue entonces cuando los rebeldes libios irrumpieron en la escena y destruyeron los vehículos donde viajaba el coronel, quien logró escapar y refugiarse en un tubo de drenaje.

La actitud de las potencias occidentales, sobre todo de Estados Unidos, demuestra falta de interés por resolver el conflicto del Medio Oriente, se afirmó en la Mesa Redonda El mundo a mitad de semana.

Al analizar el tema de la compleja situación de esa región y del Norte de África, los panelistas del programa televisivo coincidieron en que Washington está globalizando la guerra porque la necesita para imponer su dominio en el mundo.

María Elena Álvarez, analista de temas internacionales, aseguró que el modelo imperial seguido en el Medio Oriente no es sólo para esa zona sino, además, para el resto del planeta y destacó como el presidente norteamericano Barack Obama continúa la política de sus antecesores.

El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, ha descartado de momento una intervención abierta de la Alianza en Siria, aunque ha advertido a Bashar al Assad de que debe tomar nota de las lecciones de Libia. Sin embargo desde el inicio de los disturbios se ha venido informando de la presencia de elementos al servicio de potencias occidentales. “Mi respuesta es muy corta. La OTAN no tiene intención (de intervenir) en absoluto”, ha afirmado Rasmussen en rueda de prensa desde Trípoli, donde se encuentra de visita coincidiendo con el fin oficial de la misión aliada en Libia.

La guerra en Libia debió terminar el pasado el 31 de octubre y en el Norte de África fueron desplegados unos intensos preparativos para su final. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la semana pasada una Resolución, de acuerdo con la cual el espacio aéreo de Libia a partir del lunes, día 31, se declaraba libre para vuelos de la aviación local, además de los aviones de la OTAN.

El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, alguna vez opinó: “no habrá solución militar y es preciso encontrar una tramitación política sobre el caso Libia. Lo trataría la Unión Africana si los rebeldes no rechazaran la paz anunciada”. Así sea, rogaba una solicitud que suele pedir por dicha paz, condición que todo el mundo ansía aunque vemos por la historia que la crueldad del hombre es consecuente en reverenciar la guerra con cualquier excusa.

En su edición del 24 de octubre, el Daily Express británico afirma de fuente militar que un comando mixto, formado por elementos del célebre Regimiento de reconocimiento británico y del servicio acción de la DGSE francesa, habría recibido la orden de cazar el hijo de Gaddafi, Seif el Islam, quien habría sido herido en un bombardeo aéreo en la región de Beni Walid. La orden era de matarlo para impedirle que se convirtiera en el nuevo jefe carismático de la resistencia libia al nuevo orden político a la bota de la OTAN.