Documental Tierralismo, Cuba

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda

Es posible un modelo de desarrollo agrícola sostenible, en el que la tierra multiplique sus ganancias por el cuidado orgánico, por la cultura ecológica de quienes la laboran, por la forma en la que está estructurada la labranza y por el amor de las manos que la trabajan.

A esa certeza llega quien disfruta del documental Tierralismo, de Alejandro Ramírez Anderson, y que fuera presentado en la Mesa Redonda de este viernes. Se trata de un audiovisual que nos permite recorrer las interioridades de la unidad básica de producción cooperativa Vivero de Alamar, y que revela no solo el mundo productivo, sino las confesiones sentidas de la gente buena que la puebla.

En el pórtico de la visualización del material, Alejandro Ramírez, en diálogo con Cristina Escobar, expresó que su acercamiento a este lugar siempre fue en condición de cliente, cuando iba a comprar productos al organopónico, hasta que un día creyó que era importante “cruzar esa línea y descubrir toda una realidad muy rica, que muchas veces no advertimos si no nos detenemos sobre ella”.

“La idea de una cooperativa en Alamar, en una zona urbana, era un primer atractivo. Y la mirada se ensanchó una vez que cruzamos la cerca, cuando pudimos advertir el sentido de pertenencia, de permanencia y una filosofía de trabajo que hace posible todo este clima. Se trata de un lugar que se ha convertido en un ente transformador de toda la comunidad, que sale favorecida no solo por los alimentos que ahí se producen, sino porque se han integrado a este proyecto jóvenes, adultos y ancianos, y hasta los niños de las escuelas cercanas pueden recibir talleres de lo que representa la soberanía alimentaria”, argumentó el documentalista.

El mundo que tejen los que laboran en esta UBPC mereció la atención del director de la FAO, quien en un artículo sobre el hambre a nivel mundial, mencionó este lugar como un ejemplo donde se aúnan esfuerzos para cambiar la negativa tendencia improductiva.

Los propios protagonistas de este lugar, ante la cámara y el equipo de Ramírez, consideraron que se ha perdido un poco el amor por la tierra, como elemento que nos ayuda a vivir como especie, y cuando pasa esto se pierde hasta el reconocimiento a las personas que la trabajan.

Ingenieros agrónomos, biólogos, una doctora, un antiguo agente de seguridad… son algunas de las personas que habitan este escenario singular, donde la metodología para ser eficientes incluye las voces de todos, y se construye a partir de la participación de cada uno.

Los entrevistados en este material nos colocan ante las siguientes reflexiones:

“Hay muchos estereotipos alrededor del campesino. Sin embargo, aquí hay muchas personas preparadas, que tienen un nivel técnico, que son universitarias y que están trabajando por la subsistencia de la especie”.

“El problema que hoy enfrenta el campo tiene hasta un basamento cultural: el campesinado estuvo antes del 59 entre los estratos sociales más marginados en Cuba. Y en el campo los padres siempre defendían que el hijo no siguiera esa costumbre, que estudiaran para que fueran alguien en la vida”.

“La Revolución trastocó este universo de olvidos hacia el campesino desde su primera Ley, pero también les abrió las puertas de las oportunidades a esos hijos a los que los padres les daban aquellos consejos, y también los grandes propietarios, cuando vieron afectados sus intereses, se fueron, y con ellos también se fue mucha de la cultura productiva. Fueron muchos factores los que comenzaron a interactuar”.

A la altura de los años 90 solo un 20 por ciento de las personas vivían en las zonas rurales, y el otro gran por ciento pertenecía a la ciudad. “Toda este cambio en la estructura del país, más la visión de que este es un trabajo sucio, pesado… nos ha puesto frente a la realidad de que hay que cambiar la estrategia, porque nuestra subsistencia pasa por volver a la tierra”.

“Hay que abandonar los prejuicios absurdos: un mecánico se embarra de grasa, un médico de sangre… en fin, que es normal también que quienes trabajemos la tierra nos enfanguemos y no hay nada de vergonzoso en ello”.

“Hay que poner al hombre frente al campo desde otra perspectiva, y no con los términos que realcen el estoicismo. Nosotros trabajamos siete horas diarias, empleamos una para almorzar y 15 minutos para merendar. La intensidad de nuestro trabajo es normal, como puede tenerla cualquier otra profesión”.

“En el verano se trabajan seis horas. Y también cada 15 días tenemos un día para resolver los problemas personales. Por lo que cuando tú sumas, en el año tenemos un mes de vacaciones y un mes de descanso”.

“Entre las otras condiciones que tenemos en la cooperativa están que no se paga ni la merienda, ni el almuerzo. Igualmente si un trabajador precisara de un préstamo de dinero, se lo damos sin ningún interés”.

“Con las primeras utilidades construimos un comedor adecuado, un baño adecuado y tenemos también agua fría. Entre todos siempre hemos decidido en qué invertir las ganancias en función de mejorar nuestras condiciones”.

“Por los puntos de venta de esta UBPC pasan más de 50 000 personas en el año, y todo lo que recaudamos lo conocen los trabajadores. En las asambleas nos reunimos y planificamos qué hacer con cada centavo, eso le ofrece mucha confianza y sentido de pertenencia a los que aquí convivimos como una gran familia”.

“Entre los resultados que avalan nuestro trabajo están la condición de Referencia Nacional y la Triple Corona en el Programa de la Agricultura Urbana y Suburbana”.

“Hay quien tiende a minimizar los pequeños espacios agrícolas y yo digo que lo que hay que tener son muchos espacios como estos con principios organizativos, ecológicos… Aquí mismo empleamos un sistema agrícola orgánico, nunca hemos utilizado productos químicos y así obtenemos entre 18 y 20 kilogramos por metro cuadrado”.

“Estamos hablando de 10,4 hectáreas de tierra, rodeadas de edificios. Si nosotros empleáramos material químico, el impacto medioambiental hubiera sido muy pernicioso. Por ello los resultados son mejores y mayores, y todos somos conscientes de la importancia de seguir con esta estrategia”.

Los que en esta valiosa cooperativa laboran, sin embargo, no exhiben como sus mayores perlas los resultados productivos de estos 15 años de entrega, sino haber construido un nicho edificante para el espíritu, un espacio donde sentirse útiles, un recodo en armonía con el medio ambiente, un paisaje que solo transpira VIDA.

Es posible un modelo de desarrollo agrícola sostenible, en el que la tierra multiplique sus ganancias por el cuidado orgánico, por la cultura ecológica de quienes la laboran, por la forma en la que está estructurada la labranza y por el amor de las manos que la trabajan

El documental Tierralismo, de Alejandro Ramírez Anderson, fue presentado en la Mesa Redonda, se trata de un audiovisual que nos permite recorrer las interioridades de la unidad básica de producción cooperativa Vivero de Alamar

A la altura de los años 90 solo un 20 por ciento de las personas vivían en las zonas rurales, y el otro gran por ciento pertenecía a la ciudad

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