Las esencias nos salvan de la banalidad

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda

Fotos de Roberto Garaicoa

¿Qué es lo banal? ¿Es la banalidad si­nónimo de incultura? ¿Ha triunfado la banalidad en la sociedad cubana? ¿Qué valores contraponer a la bana­lidad? Estas fueron algunas de las interrogantes que se pusieron so­bre la Mesa, en un debate donde intervinieron periodistas y especialistas.

El máster Rodrigo Espino explicó que en el diccionario se asocia a la banalidad lo trivial, lo intrascendente, lo sin importancia. Sin embargo, dijo, las acepciones que tiene trascienden lo que dice el diccionario. Lo banal es algo existente que todos lo hemos disfrutado, todos tenemos nuestra cuota de banalidad. Además, la identifico como lo que no aporta nada, que es puro entretenimiento, que nos quita valores al no producirnos ningún crecimiento.

Interrogado sobre si la banalidad solo se circunscribe a la diversión, y a veces hay cosas muy serias que pueden resultar banales, el estudioso explicó que hay quien ha banalizado a Martí con repeticiones descontextualizades, y hasta se ha corrido el riesgo de citarlo para reforzar juicios que niegan el sentido de su expresión.

La periodista Magda Resik argumentó que lo banal es la no profundidad del pensamiento, la superficialidad, la vulgaridad, es aquello que no nos provoca a reflexionar. “Se asocia mucho a que las nuevas tecnologías generan la enajenación del individuo y que los hace no pensar… sin embargo, puede darse en todos los entornos, como cuando desterramos lo cultural en lo mediático, cuando fundamos nuestra transmisión en el entretenimimento a la ligera, y cuando el contenido lúdico no tiene un ejercicio del pensamiento”.

Añadió que el hecho de que se le robe a nuestros entornos culturales sus esencias, eso es una banalización. “Ese fenómeno de mediatizar el show y el entretenimiento, lastra un poco ese concepto y tiende a que lo asociemos a la diversión”.

Para la Doctora Elaine Morales, no podemos tener un concepto acabado de este asunto, porque lo que hoy pueda resultar banal para la mayoría de los cubanos de 2014, para otras personas pudo no serlo en otros contextos y otras épocas. Por eso insistió en que lo banal es todo aquello que se opone a lo esencial.

“Cuando nos vamos por las ramas y no vamos a lo fundamental estamos siendo banales, cuando no ponemos en el plano artístico lo cultural, cuando nos quedamos en lo epidérmico o empezamos a juzgar a las personas porque se distinga por uno  u otro asunto y dejo de tomar en consideración su esencia”.

También, acotó, tenemos que ver si ese elemento de la banalidad es ya estable en la personalidad o en el proceso que analizamos, o es un elemento ocasional, porque todos queremos disfrutar de algo, que no es algo más profundo, y eso es en un momento. Por eso decimos que cada uno tiene su cuota de banalidad.

La periodista Magda Resik aludió a que hay elementos de la banalidad en los que tenemos que reflexionar con profundidad, como que con ella propagamos fenómenos que son superficiales, insustanciales, que te colocan en un universo en el que la vida pasa por un telón de fondo que tú no tienes que cuestionártelo.

Por eso, sumó, para contrarrestar eso, y sin temor a ser extremadamente pedagógicos, tenemos que facilitar instrumentos para la reflexión, en el arte hay que colocarlos para que el espectador tenga el conocimiento necesario para interpretarlo y tener un pensamiento propio.

Magda Resik precisó que el contenido nos defiende de toda banalidad. “Cuando se mercantiliza la cultura se hace para darle paso a la diversión vana y fácil. Sin embargo, hay ejemplos de realizaciones audiovisuales que aportan conocimientos y en lo formal tienen un atractivo muy esencial. Lo lúdico, lo que promueve el juego, es igualmente una de las funciones de los medios, en los que no debe adocenarse la seriedad estereotipada. Desde el punto de vista formal hay una batalla que dar, porque en el caso de los medios no podemos darle una cuota de rigidez huyendo de la banalidad. Ningún extremo es positivo”.

Lo banal, se dijo, no acepta una explicación o una argumentación. No acepta la criticidad. La moderadora de la Mesa Redonda, Arleen Rodríguez, sostuvo que en lo banal es difícil raspar y encontrar algo, es como un hueso vacío.

La Doctora Elaine Morales sumó que lo más pernicioso es que las sociedades producen para la banalidad, porque no ha surgido de la nada. “Hay objetos a los que les adjudicamos los tonos pasteles o el deber ser de un determinado comportamiento, porque producimos y creamos una serie de símbolos en función de la banalidad, y el mercado es más amplio, desde lucir una apariencia, hasta divertirse de una determinada forma, y todo eso hace que te involucres en una manera de ser que no deja esencias o no eres auténtica.

El máster Rodrigo Espino defendió la idea de que lo banal cumple determinadas funciones y que no es un fenómeno privativo de Cuba. Hay una tendencia mundial a la banalización de la cultura, es un modelo que se va moviendo. Por ejemplo, en el vestir. Yo siempre traté de hacerlo de forma apropiada, y hay amistades que lo hacían con desaliño, lo que pudo responder también a carencias y necesidades, sin embargo, esta preocupación no es mala porque la belleza es un valor. Esto no es banalización. Uno va cultivando su manera de actuar, su presencia y presentación, porque es una forma de estar en armonía con los demás.

También hizo énfasis en la importancia de la educación como antídoto contra la banalización. La familia, la escuela y los medios de comunicación son fundamentales. “La escuela va teniendo cada día más retos: si antes le pedíamos la forma de comportamiento y el conocimiento de las ciencias, hoy día tiene que tener una mirada más abarcadora, como eliminar lo banal. La propia escuela a veces, a través de sus sujetos, los maestros, propone lo banal y la folclorización de la cultura popular”.

La Doctora Morales insistió en que la banalidad se legitima en la vida cotidiana, y a veces pasa inadvertida y la celebramos, o propiciamos que se instaure y reproduzca. Al tiempo que señaló que no es privativa de los jóvenes, porque ellos son el producto de lo que somos capaces de construir, además, los jóvenes en todas las épocas se han preocupado por su apariencia, porque eso tiene que ver con la regularización de su edad. Se es banal cuando se centran en aquello que puede ser ocasional o momentáneo y no en lo que puede ser lo más importante en este momento y a futuro.

El tema de la banalidad se puso sobre la Mesa, en un debate donde intervinieron periodistas y especialistas, y al que se sumó la opinión popular en la calle o a través de las llamadas telefónicas y correos.

Para la Doctora Elaine Morales, no podemos tener un concepto acabado de este asunto, porque lo que hoy pueda resultar banal para la mayoría de los cubanos de 2014.

La periodista Magda Resik argumentó que lo banal es la no profundidad del pensamiento, la superficialidad, la vulgaridad, es aquello que no nos provoca a reflexionar.

El máster Rodrigo Espino defendió la idea de que lo banal cumple determinadas funciones y que no es un fenómeno privativo de Cuba.

La familia, la escuela y los medios de comunicación son fundamentales como antídoto contra la banalización.

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