Cambio climático: sequía e incendios conspiran

Por Marcos Alfonso, AIN

Cambio climático: sequía e incendios conspiranLas transformaciones en el clima no pueden ocultarse en informes ni gráficos por sofisticados que sean.

Como primera gran consecuencia de tal calamidad se aprecia, y se siente en los estómagos, la gravedad de la crisis alimentaria, en algunos meses no tanto en materia de precios como de producción, la cual pone en jaque a millones de seres humanos en el planeta, sobre todo aquellos que residimos en el denominado “tercer mundo” o dicho de manera más sofisticada, en los “países en vías de desarrollo”.

Otra derivación climática, de consecuencias catastróficas, son los incendios forestales.

Estos a su vez devienen factor “que contribuye al calentamiento del planeta”, señaló la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en un informe presentado en la V Conferencia Internacional sobre Incendios Forestales, que se lleva a cabo en Sun City, Sudáfrica.

Las causas de los denominados “megaincendios son principalmente antropogénicas (marchan con el desarrollo humano). y el cambio climático probablemente las intensifica, pero ahora se sospecha que también forman un círculo vicioso el cual acelera el calentamiento del planeta”, señaló Pieter van Lierop, oficial forestal de la FAO.

A tales causas se suman las proyecciones del clima que indican temporadas más calientes y secas, de ahí que la entidad de Naciones Unidas recabe de los países con mayor cantidad de áreas boscosas el mayor control sobre esas plantaciones para disminuir el riesgo del daño climatológico.

De acuerdo con el documento que se presentó en Sun City, casi todos los grandes incendios estudiados tuvieron su origen en el hombre. En la mayoría de las ocasiones, intencionalmente, para abrir terrenos con fines agrícolas o de construcción.

En todos, asegura el informe, intervino la sequía, y además hubo calor y viento. En el caso de los bosques tropicales, lo que más propaga estos incendios descomunales son los desechos de madera seca que dejan la tala y la apertura de terrenos para las plantaciones con fines agropecuarios.

Cuba aplica una rigurosa política de protección de su flora y fauna. No obstante, ante los cambios climáticos se extreman las medidas para evitar posibles accidentes de esta naturaleza.

La FAO cita dos grandes sucesos de esa naturaleza: en 2009, el conocido como Sábado Negro, acontecido en Australia y en el cual murieron 173 personas y ardieron poblados. Al año siguiente, aconteció otro megaincencio, esta vez en Rusia, donde perecieron 62 ciudadanos y ardieron 2,3 millones de hectáreas como consecuencia de más de 32 mil fuegos menores.

Estrategias gubernamentales en esa dirección es el reclamo que hace esta organización de las Naciones Unidas para frenar el acelerado proceso. y lo ejemplifica con naciones en las cuales existen programas dirigidos, sobre todo, hacia la prevención y atenuación de tales siniestros.

“Llamamos a los países a que apliquen estrategias más integrales de gestión de incendios y mejoren el seguimiento de las emisiones de carbono de estos, las cuales contribuyen al calentamiento del planeta”, reza el informe de la FAO.

Recientemente se dio a conocer que en Cuba, en el presente, se brinda mantenimiento o se ejecutan las denominadas “trochas cortafuegos” para disminuir el riesgo de los incendios forestales, dada la magnitud boscosa en la Isla.

En el país los bosques ocupan la superficie de alrededor 2,7 millones de hectáreas, lo cual representa el 25,3 por ciento del territorio nacional. De ese espacio 2,3 millones de hectáreas corresponde a los bosques naturales y el resto a plantaciones; además, existen más de 190 mil hectáreas de plantaciones jóvenes (menores de tres años), según datos de la Dirección Nacional Forestal.

Durante 2009 fue aprobada por el Ministro del Interior la Estrategia Nacional de Gestión y Manejo del Fuego en los Bosques para la República de Cuba, vigente hasta 2012.

Tal resolución guarda correspondencia con la Ley 81 del Medio Ambiente, la cual establece “los principios que rigen la política ambiental y las normas básicas para regular la gestión ambiental del Estado y las acciones de los ciudadanos y la sociedad en general a fin de proteger el medio ambiente”.

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