Luis Giraldo Casanova: “El Señor Pelotero”

Luis Giraldo CasanovaMuy acertado estuvo el insigne cronista deportivo Bobby Salamanca cuando después de observar a Luis Giraldo Casanova batear, fildear, tirar y correr, lo definiera como “El Señor Pelotero”.

Realmente, el ascenso de este jugador en el contexto beisbolero cubano ocurrió a modo de un torbellino, pues aunque ya había sido empadronado en la nomina de Forestales para 1974, nunca pudo desempeñarse con esa formación debido al cumplimiento de su servicio militar.

El joven de 18 años, nacido en el central Orozco, el 5 de diciembre de 1956, en la occidental provincia cubana de Pinar del Río, mostraba, sin embargo, facultades poco antes vistas en un prospecto.

Tras su demostración en el Campeonato Mundial Juvenil de 1975, la Serie Especial de ese mismo año fue el mejor parámetro para poner a punto sus potencialidades.

Debutó como receptor con el equipo Vegueros, pero allí él no tenía mucho que hacer ante la presencia del maestro Juan Castro. Sin embargo, el mentor José Miguel Pineda, viejo zorro beisbolero, lo ubicó en el jardín derecho, y el juego diario atestiguó el arribo de un superdotado a nuestro medio.

Sin ir más lejos, cuando el conjunto vueltabajero se anexó su primer título en la temporada 1977-78, el cuarto bate de esa nave fue “El Señor Pelotero”. A partir de ese momento, estuvo siempre entre los primeros en los diversos parámetros ofensivos.

Ya en la campaña 1978-79, su average aumentó hasta .333, producto de 56 imparables en 168 veces al rectángulo; en los que se destacaron 11 jonrones, 40 carreras impulsadas y sólo se ponchó en 11 ocasiones.

Esa actuación lo catapultó hacia el equipo Cuba, y participó exitosamente en los Juegos Centroamericanos de Medellín-1978. Sencillamente, arrasó a ese nivel al promediar .559 (33 en 59) con 13 cuadrangulares y 32 carreras impulsadas.

Su debut panamericano tuvo lugar en San Juan, Puerto Rico en 1979, y el “Capirro”, como también le nombran, entró por la puerta ancha, al conectar para .345 (13 en 35) en medio de una escuadra cubana colmada de recios toleteros, encabezados por Pedro J. Rodríguez (.500), Armando Capiró (.500) y Agustín Marquetti (13 en 32).

En 1980, Casanova tomó parte en el Campeonato Mundial de Japón, y fue una pieza clave en el triunfo de la tropa cubana en esa lid, pues bateó todo lo que quiso. Para que se tenga una idea de su rendimiento en dichos torneos, dígase que en seis participaciones compiló .399 (95 en 238), botó 27 pelotas y empujó a 85 corredores.

Lo realizado por el pinareño en Copas Intercontinentales, en las que tomó parte seis veces, no tuvo nombre. Fue campeón bateador en Edmonton-1981, Canadá, (15 en 29, .517). Lideró en jits (15), anotadas (12), jonrones (6) e impulsadas (19), por lo que se alzó con la triple corona, aunque Cuba no pudo revalidar el título.

También tuvo destaque especial en la celebrada en la propia sede canadiense en 1985, al concluir con seis vuelacercas y 14 anotaciones propulsadas, por lo que su aporte a la escuadra cubana en la conquista del cetro fue sustancial.

En cuanto a su contribución al combinado Vegueros, puede decirse que mucho influyó su desempeño como cuarto hombre de la tanda en los resultados de esa nave. Fueron campeones en 1980-81, 1981-82, 1984-1985 y 1986-87. En 1985-86 resultaron sub-campeones, por el inolvidable jonrón de Agustín Marquetti.

En todos esos casos, los pinareños fueron dirigidos por Jorge Fuente, el técnico más ganador en la historia de nuestras series nacionales, quien supo componer un cuarteto ofensivo feroz integrado por “El Niño” Omar Linares, Lázaro Madera, Fernando Hernández y Casanova, quien era el capitán del conjunto.

Los técnicos más conocedores plantean que lo que hacía más grande a Casanova era la capacidad de batear por todas las bandas con la misma efectividad y fortaleza. Además, era difícil que se fuera con bolas malas, porque conocía su zona de choque a la perfección para poder hacer ese swing en arco sacando el bate desde abajo.

Igualmente, era una maravilla a la defensiva. No podía corrérsele desde primera a tercera sin el temor de ser puesto out por la clásica milla, y, a pesar de no ser un hombre propiamente veloz, era muy difícil verle con problemas en el recorrido de las bases, porque tenía un gran sentido del tiempo a su favor.

Un evento marcador de pauta para la escuadra cubana fue la celebración del torneo beisbolero de los Juegos Panamericanos Indianápolis-1987. Existía el firme compromiso de proclamarse campeones por parte de los criollos en la tierra de los inventores de ese deporte.

Por supuesto, los estadounidenses presentaron un potente equipo encabezado por Tino Martínez, Ty Griffin, y Mike Flore, así como un pitcheo de lujo liderado por Chris Carpenter, J. Slusarski y Jim Abbott.

En ese esfuerzo de todos los elencos por coronarse, Cuba, Estados Unidos y Puerto Rico terminaron por ese orden, y entre los componentes del Todos Estrellas estuvo Luís Giraldo Casanova, quien sumó .433 (13 en 30) y escoltó a su coequipero Orestes Kindelán en jonrones con 6, amén de dos dobletes y un triple.

Casanova, quien fue seleccionado el Jugador Más Destacado de la IBAF, en 1990, se retiró después de 17 campañas nacionales con promedio de.322, 312 jonrones, mil 069 impulsadas y mil 144 anotadas, Su vertiginoso paso lo ubica como uno de los mejores jugadores cubanos de todos los tiempos.

(Con información de Prensa Latina)

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