Arte, monte adentro

En La Piñuela, poblado del municipio de Buey Arriba, en territorio granmense, tiene su campamento otra tropa, cuyos integrantes reafirman su vocación cada vez que cargan con sus instrumentos y equipos para adentrarse en el corazón de las lomas. Creado el 30 de octubre de 1992, el Conjunto Artístico Integral de Montaña (CAIM) del EJT en Granma ha repartido su arte a manos llenas durante estos años.

El mayor Ramón Mauriño Rodríguez, jefe de ese colectivo, explica que lo integran siete soldados y 30 trabajadores civiles, graduados de instructores de arte y de las escuelas de enseñanza artística del país. “Actúa en granjas del EJT, así como en comunidades y escuelas del Plan Turquino, en los municipios de Bartolomé Masó, Buey Arriba y Guisa. También se presenta en unidades militares regulares, y en otros escenarios convocado por las organizaciones de masas y políticas del territorio.

“El CAIM realiza una labor cotidiana de apreciación y creación artística con niños y jóvenes de todas las enseñanzas, además de los adultos. Asimismo, asesora a los aficionados en las especialidades de música, danza, teatro, artes plásticas y literatura”, apunta Ramón Mauriño, y agrega que entre otros reconocimientos, el colectivo mereció la réplica del machete del Generalísimo Máximo Gómez.

Estudiantes de la Universidad de Granma admiten cuánto han aprendido desde que se vincularon como aficionados a ese colectivo. Hany Cebreco Acosta cursa el quinto año de Medicina Veterinaria y asegura que además de adquirir conocimientos sobre danza ha tenido la oportunidad de saber más sobre la vida en las comunidades.

“El conjunto guía a los adultos y a los niños con deseos de pintar, bailar, actuar. En los poblados que visitamos los muchachos ven además que en la universidad no solo se estudia una carrera sino que es un espacio para el desarrollo artístico”.

Durante una función improvisada en el patio del campamento, el equipo de esta revista pudo apreciar la calidad de las propuestas del CAIM, el cual se nutre de las tradiciones culturales de los asentamientos poblacionales de la zona.

Héctor Muñoz Sosa, a quien todos llaman Pineli, llegó al conjunto en 1993 y se quedó definitivamente. “Me gusta este trabajo. Llevar la cultura a los soldados, a los trabajadores, a los campesinos, lo enaltece a uno como artista y ser humano. Nos interesamos por sus problemas y eso es lo que representamos, por ejemplo, en una obra de teatro”.

Profesor de generaciones de jóvenes que han hecho sus pininos en el conjunto artístico, Héctor solo tiene una respuesta para quienes se sorprenden de que aún siga recorriendo la serranía, cuando en otro lugar podría tener incluso mejor salario: “Aquí lo tengo todo y soy querido por todos”.

(Con información de Bohemia)

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