En materia de Salud Pública, Cuba esta entre las mejores

«La gente va en bora, pero llevamos en el corazón ese abrazo del anciano y la sonrisa del niño, el cariño infinito del pueblo brasileño; en las casas humildes donde recibes esa invitación para almorzar ese frijol bien templado con farofa, pero sobre todo con amor. También recuerdo a esos ancianos en unos bancos rústicos sabiendo que el doctor soltaba a las cinco horas de la tarde, se sentaban allí solo esperando que el doctor pasara a charlar con él. Voy a seguir acumulando riquezas, sí. Pero no riqueza material. Voy a seguir enriqueciendo mi corazón».

Mensajes como este, del doctor cubano Yoanner González Infante, inundan la red de redes en días donde los humildes del país más grande de la región de América Latina, pagan el precio de la indolencia y el desatino. Jair Bolsonaro, el recién electo presidente de Brasil, destroza con el sabotaje al Programa Más Médicos no solo la colaboración que Cuba ha brindado en materia de salud a ese pueblo, sino la esperanza, el derecho a la vida de los cientos de miles de brasileños que nunca antes habían tenido atención primaria de salud.

No sorprende entonces que esos profesionales de la salud –los mismos que cambiaron la realidad de áreas hasta el 2013 olvidadas como la Amazonía, y que se definieran como áreas prioritarias para la recepción de profesionales del Más Médicos– enjuicien y pidan respeto a quien a todas luces parece haberse saltado lecciones importantes.

«Quien luchó por la vida y lloró por la muerte de una persona o de un niño, merece respeto. Quien fue allí donde lo necesitaban muchos y al fin del mundo para cuidar a los enfermos, merece respeto. Quien esté lejos de la familia para devolver la sonrisa de un anciano o un niño, merece respeto. Es absurdo que 66 países en el mundo se están beneficiando con el trabajo de los médicos cubanos y viene usted a llamarnos disfrazados.

«Pido respeto a mis colegas. Pido respeto a la libre elección de mi pueblo. Pido respeto a los pobres, a la medicina pública. También pido al señor estudiar lo que significa amor al prójimo. Lo que significa patria. Lo que significa dignidad, diplomacia, medicina ­familiar, igualdad… Lo que significa respeto de pensamiento.

Lo que significa ser el presidente de los brasileños pobres también, no solo de los ricos y poderosos», escribió en su muro de Facebook el joven especialista González Infante.

Es un sentir compartido. La Asociación de Médicos Egresados de la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba hizo público su agradecimiento «a los cubanos y cubanas que han dado lo mejor de sí en estos años del Programa y nos han ayudado a alcanzar mejoras nunca antes imaginables, como la reducción de mortalidad infantil y materna y la disminución de internaciones sensibles a la Atención Primaria, garantizando atención efectiva, humanizada y digna».

«Agradecemos al pueblo cubano que valiente nos puso a disposición sus mejores médicos, los más experimentados, buscando dar a los brasileños una atención médica digna y de calidad. Nos ponemos a disposición de Cuba y de nuestros colegas en lo que sea necesario, en la resistencia, luchando con garra y coraje por un Brasil más justo y solidario. Cuando el tema es salud, un país como Cuba debe respetarse, no se deben imponer ideologías frente a las necesidades básicas de la población, principalmente las de los más necesitados», apuntó la declaración.

Ante las acusaciones de Bolsonaro, el médico González Infante aclara: «No trabajo solo por una cuestión económica. Trabajo porque me gusta mi profesión, porque nunca voy a ser rico a espaldas de los pobres. Porque jamás usaré la política como medio de vida. Porque jamás voy a engañar a los pobres con falsas promesas. Porque jamás voy a plantar el odio y la discriminación en el corazón de nadie».

«He aceptado los términos de un contrato por libre y personal determinación, consciente de que con ese dinero mi madre, hermanos, sobrinos, primos, tíos, vecinos, familias todas, han garantizado el cuidado de su salud. Sin pagar nada. Consciente de mi formación como médico y gracias a la creación de universidades públicas en todo el territorio nacional, donde hijos de albañiles, abogados, granjeros, limpiadores, empleados de correos, médicos, etc… comparten la misma sala de clases sin discriminación por sexo, color, ideología, o riqueza. Eso, Bolsonaro, se llama igualdad», expresó el profesional de la salud holguinero, quien labora en Recife, al Nordeste de Brasil y recuerda que la historia es tajante, y quienes no aprenden de ella, están condenados a repetirla.

(Con información de Granma)

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