A media mañana, Carlos Manuel de Céspedes le dio la libertad a su medio centenar de esclavos, gesto que imitaron otros propietarios presentes. Como «ciudadanos», se dirigió a los emancipados: «ese sol que véis alzarse por la cumbre del Turquino, viene a alumbrar el primer día de libertad. Los que me quieran seguir, que me sigan: los que se quieran quedar, que se queden. Todos seguirán tan libres como los demás». La mayor parte se incorporó a la sublevación.

Antes de herirlo de muerte, una de las balas que estremecieron al pueblo, dañó para siempre el mecanismo del reloj que Luisito llevaba consigo aquella noche. Desde entonces, como fieles testigos de uno de los hechos más tristes que se recuerdan en Vueltabajo, sus manecillas se han mantenido marcando la hora exacta de la barbarie: 8:25 p.m.

Hablar de esta costera localidad de la oriental provincia cubana de Granma en cualquier sitio de la Mayor de las Antillas o en varios países del mundo es recordar rápido al ron Pinilla, singular bebida que identifica al territorio.

Hoy la historia viva se apodera de la Isla, porque no hay manera mejor de reverenciar a los buenos patriotas que hacer cosas dignas en su honor. Múltiples iniciativas sirven para recordar que un 14 de junio, hace 172 años, nació Antonio Maceo; y ese mismo día, pero hace 89, lo hizo Ernesto Che Guevara de la Serna.

Nuestro Héroe Nacional José Martí describió como corresponsal de prensa los sucesos de Chicago de 1886, acontecimiento que inspiró la celebración del Día Internacional de los Trabajadores.

El 11 de abril de 1895 se produjo por Playitas de Cajobabo, un punto geográfico situado en la actual provincia de Guantánamo, la llegada a Cuba de José Martí y el generalísimo Máximo Gómez, que venían a ocupar el puesto de vanguardia que les correspondía en la lucha por la libertad e independencia de Cuba.