Gerardo: toda la virtud de una vida

Por: Ricardo Gómez Rodríguez, Tribuna de La Habana

Gerardo Hernández y su pájaro Cardenal

Gerardo Hernández y su pájaro Cardenal

Me lo imagino en la pequeña celda, con esa media sonrisa que aparece de forma frecuente en sus escasas fotos.

Quizás, pegado a la radio, ligeramente emocionado por  mensajes que le enviaron desde los más insospechados rincones.

Una amiga, Tanya Torres, tuvo la feliz idea de dedicarle a Gerardo Hernández Nordelo el programa musical que ella conduce los sábados en Radio Pacífico, emisora de California.

Cantos sin Fronteras es el nombre de la emisión que cotidianamente escucha el Héroe de la República de Cuba.

Y es cierto, ¿quién sería capaz de poner fronteras a la esperanza?, ¿quién amordaza la luz y el ejemplo?, ¿quién no se estremece ante la hidalguía, cuando va arropada de hombre humilde?

La vida a veces dispone para algunos, destinos inextricables y equívocos, pero a la vez memorables y gloriosos.

Habría que meditar cómo es capaz de moldear el valor alguien que sentenciado contra toda justicia a dos cadenas perpetuas y 15 años, aún sonríe a la razón con su pluma; esa que pare caricaturas las cuales se atragantan en el cuello de quien nos odia.

Fina sátira que lo hace presente en cualquier lugar, porque como el propio Gerardo dice: el humor libera.

Hoy exhiben 25 de sus obras en la casa de Maryland, instalación comunitaria que durante años acogió en Washington a centroamericanos refugiados.

Sátiras con la virtud de abrir los ojos a norteamericanos y jóvenes latinos, que durante casi 13 años han estado de espaldas a la verdad.

Desconocedores del dolor de cinco hombres encarcelados únicamente por enfrentar el crimen contra niños, mujeres y hombres de su Isla y de otros tantos pueblos, incluido el norteamericano.

Gerardo cumple 46 años y encabeza desde prisión esa cruzada infinita por la justicia.

Espanta la soledad y la angustia entre pliegues de su apelación y esos chistes que hacen reír a carcajadas a la amiga Alicia Jrapko y al fotógrafo Hill Hackwell, ante el asombro de quienes coinciden en las escasas visitas en la prisión de Victorville.

Este cuatro de junio Carmen Nordelo Tejera, la madre de aquel muchacho que nació en la barriada de la Víbora, no estará físicamente para darle un beso largo en la mejilla.

El destino le privó para siempre de ese gesto tierno y acostumbrado, como también lo ha hecho con otras tantas  cosas.

La muerte le arrebató esa caricia a la cual un día dedicó este poema escrito en una diminuta celda de castigo llamada “el hueco”:

Te diré cuánto aprecio tus años de desvelo,
Tu silencio infinito y tu inmenso valor,
Y sabrás cómo ansío regresar a tu suelo,
Renacer en tus brazos y sentir tu calor.

Te llegará con lágrimas de pasión y alegría,
Porque oculto en mi pecho aguardará el regreso,
Y cuánto yo quisiera, mientras llega ese día,
Que tú pudieras, Madre, leer estos versos.

Ni la angustia de haberla perdido sin poder despedirla, ni la distancia que interponen todas las olas entre él y su querida Adriana, ni el sol del cual lo privan; amordazan la esperanza.

Cada vez son más los brazos que empujan con todo coraje el muro de mentiras que lo encierra, movidos por el destino que trazó Fidel cuando dijo: “El valor se prueba ante el combate, al igual que la virtud se prueba ante la vida”.

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