El primer guajiro del Ejército Rebelde (+ Fotos)

El primer guajiro del Ejército Rebelde compartió anécdotas en la Mesa Redonda.

Fotos: Roberto Garaicoa

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda

El Comandante de la Revolución Guillermo García Frías, el primer guajiro en sumarse a la lucha guerrillera, llegó este viernes, en persona, a la Mesa Redonda, a desgranar pasajes de su vida, desde los más íntimos, hasta los que han nutrido la epopeya heroica de la Revolución Cubana.

El Héroe de la República de Cuba, creador y director de la Empresa Nacional para la Protección de la Flora y Fauna, analizó momentos, contó anécdotas y nos acercó a los planos sentimentales de su vida con una naturalidad conmovedora:

“Mi madre pasó cinco días para tenerme. Fui el primero de 11 hijos. Mi papá, Adrián García, se casó a una temprana edad e hizo una casita en el medio del bosque. Allí no había médicos ni parteras, eran campesinas que se ayudaban unas a las otras. Donata Frómeta era quien ayudaba a mi mamá, pero cuando pasaron cinco días y nada, alarmó a mi papá y le dijo que había que buscar otras posibilidades. Entonces el viejo les pidió auxilio a los campesinos y montaron a mi mamá en una hamaca con dos varas. Así la trasladaron durante 10 kilómetros, y la llevaron para un batey que picaba las cañas para el central Niquero. Después llegaron a Pozo Redondo, donde mi papá tenía relaciones con una comadrona y le dijo que viera a mi mamá. Aquel era un barrio muy pobre de macheteros y la llevaron a una letrina de trabajadores del central y ahí dio a luz, en una letrina. Así nací yo.

Mi madre era hija de un capitán del Ejército mambí. Mi abuelo vivía en Niquero, pero de ahí fue para la montaña, huyendo de la persecución que había creado el dominio americano. Y allá tuvo a la familia. Allí nació, en medio del campo, mi mamá.

Y a pesar de nuestra pobreza, había muchos más pobres. Las tierras donde vivíamos eran de las compañías americanas. Como fuimos de los primeros hijos varones, que era lo que deseaban los guajiros para que los ayudaran con la casa, empecé desde muy temprano a cultivar esas tierras. Solo llegué hasta el cuarto grado.

“De mis hermanos, Domingo García me seguía, después vino Francisco y Lorenzo, que llegó a general de brigada. Ese fue el primer núcleo familiar. Esos cuatro varones mis padres los mandaron pa la guerra con Fidel. El primero fui yo, y después se fueron los otros.

Mi madre fue una especie de Mariana de su época. Me encomendó que tuviera cuidado, porque los de la ciudad podían regresar a ella cuando no tuvieran espacio en el monte, pero para dónde yo iba a ir. Mi mamá me vistió con la ropa de los expedicionarios y me preguntó si estaba seguro de lo que iba a hacer, y le dije que yo creía en Fidel. Entonces me insistió en que no tomara ni una carretera ni un camino, que tenía que ir a campo travieso todo el tiempo.

“Uno de mis hermanos murió en Las Malangas, con un tiro que se escapó, y los otros tres nos quedamos en la guerra. Otro quedó afectado por los nervios y no ha podido salvarse de esa situación.

“Mi madre, Elba, se fue al monte para vernos. Unos 52 días anduvo a caballo por toda la Sierra, hasta que se encontró con Fidel. Pero estábamos contra el plan ofensivo del ejército de Batista y ninguno de los hijos pudo verla. Fidel la viró para atrás, y ella le dejó dulces, tabaco…  En otra segunda ocasión fue detrás de nosotros. Pero tampoco pudo vernos porque estábamos en combate. Demoró más de un mes en cada uno de los viajes que hizo hasta la Sierra y no pudo tener contactos con nosotros.

Yo siempre confié en Fidel. Había visto La historia me absolverá, donde planteaba qué hacer para salir de todo el atropello y los momentos difíciles que vivía nuestro pueblo. El primero que lo encuentra es mi papá y avisan a mi casa, y va y tiene una conversación larga con el Comandante. Pero Fidel se niega a decirle que es Fidel, sino que es parte del Estado Mayor. Pero mi papá le dice que él es Fidel porque tiene una estrella en la gorra y sus expresiones son las de un gran dirigente. Entonces Fidel dijo que había conocido a mi padre y que era el más inteligente de los campesinos. Le pidió que no comentara nada porque lo iban a matar.

“Fidel y yo tuvimos una larga conversación, de 2 o 3 horas. Yo pensaba que después del combate de Alegría de Pío, de dos días en las pajas de caña, de estar en contacto con personas de una pobreza extrema, iba a encontrarme a alguien con pensamiento deprimido. Sin embargo, Fidel parecía que había ganado todas las batallas. Tenía un espíritu combativo y unas ideas extraordinarias. Había comprobado en el desembarco todo lo que describía en La historia me absolverá. Eso me dio un ánimo tremendo, porque al que él no convence no lo convence nadie.

“La lucha era necesaria. Llevaba dos fusiles. Él tenía una canana llena de balas y Universo Sánchez otra. Me preguntó si los campesinos tenían escopetas. Me dijo que si hacíamos bien las cosas íbamos a ganar la guerra. Él me dijo que con dos fusiles la ganaría. Con él me comprometí a todo, para toda la vida. Con todos los años que han pasado mi compromiso sigue siendo con él y con Raúl.

“Cuando aquello estábamos en medio de una lucha tremenda, con tres cercos. Lo conocí en uno de los momentos más difíciles, solo, se había desperdigado la tropa. Me preguntaba si Raúl habría muerto y yo le decía que no. Y él quería localizarlo y encontrarlo. Me habló de corazón del amor hacia su hermano. Su visión de atender a todos los hombres revolucionarios me impregnó de una manera que juré para siempre serle fiel.

“Cuando continuamos la lucha yo había recogido los armamentos que se habían regado en el monte. En Cinco Palmas le di toda la organización de la zona. Me dio como tarea buscar armas y hombres. Me monté en un caballito y viré pa la casa, y mi mamá me preguntó alarmada si había dejado a Fidel. Y yo recogí 16 armas, cuando las recogí todas reunió a todo su Estado Mayor me dio el grado de teniente. Pero cuando aquello yo no sabía lo que era ese grado y no sabía lo que significaba. Yo era un analfabeto, apenas sabía firmar cuando aquello. Me pusieron bajo las órdenes de un teniente expedicionario, que murió en el combate de Uvero. Salimos pa las montañas, nos guiaba Eutimio Guerra, quien iba marcando el bosque. Fuimos al combate de La Plata y estuve bajo las órdenes de Almeida. Me enfrenté por primera vez a las armas y a los heridos. Yo no sabía lo que era la peste de la sangre. Me tiré en el río de Palma Mocha para quitarme esa peste tremenda de la sangre.

“Llegamos a un lugar de un campesino. Ahí hicimos un alto al fuego. Fidel mandó a recoger todo lo que se había capturado para distribuirlo equitativamente entre los combatientes. Entré conduciendo un tanque el 8 de enero.

“Nuestro máximo jefe era afectuoso pero exigía disciplina y un riguroso respeto. No nos estaba permitido tocar una sola fruta sin pedírsela a su dueño”.

ENCUENTRO CON LA VERDAD

“La Revolución es muy compleja. Y la nuestra es única: nació del pueblo. De mi barrio se fueron 40 jóvenes a la guerra. Los traidores han surgido siempre en la historia de Cuba. Los traidores y los oportunistas son males de todos los tiempos. Dicen que la ambición es un aliado del oportunismo.

“Por qué Céspedes muere: por un traidor que lo denuncia. Y cuántos murieron en la guerra de independencia a causa de traiciones. La Revolución cubana ha atravesado una historia muy grande. Y hay mucha gente con la cabeza enferma. Todos los conceptos de la traición están dirigidos por hombres capaces de inducir a los demás con su ansiedad y su amor por tener mucho.

“Tuvimos muchos traidores. Cuando entramos a la Sierra, los campesinos se asustaban. No era lo mismo ver a un grupo de hombres churrosos con peste a bosque, que a un ejército uniformado con transporte y de todo. Por eso los campesinos no respetaron tanto. El pensamiento de Fidel fue convirtiendo a esos campesinos en aliados de los rebeldes, de los luchadores. Aunque eso tomó tiempo.

“El ejército nos cercaba. Eso fue una historia muy grande y Fidel con su inteligencia fue eliminando todo lo que podía surgir. Tuvimos momentos muy difíciles, porque esos traidores que hubo en la guerra, algunos de ellos campesinos y otros obreros, creían que no íbamos a triunfar jamás. Todo el mundo estaba a la expectativa, a ver qué pasaba… hacia dónde íbamos, cuál iba a ser la fortaleza.

“En el Jigüe cogimos más de 200 armas. Nos armamos con las armas del ejército, pero a los que cogíamos no los matábamos. Fidel nos enseñó a que los malos eran los presidentes y todo lo que acompaña al gobierno. Nos decía que el ejército es un instrumento y hay que atenderlo con delicadeza. Él le llegó a dar su propia comida a los prisioneros y desmoralizó al ejército. Llegó el momento en el que los esbirros no podían mandar a esas tropas. Fidel se introducía dentro de esas tropas que pasaban mucho trabajo. Eran 80 mil soldados y nosotros fuimos un buchito que fue creciendo con las armas que les dio Estados Unidos”.

LA PATRIA: LO MÁS GRANDE

“Todo el mundo pone la vista en nosotros porque hemos logrado transformar todo, y tenemos una sociedad inteligente. Lo más grande que tenemos es una patria, y eso es lo más grande que defiende nuestra juventud.

Fidel me sacó de la miseria, del analfabetismo. Pasé dos años y un mes en la montaña. Participé en más de 150 combates y escaramuzas. Y cuando triunfa la Revolución me preguntó qué iba a hacer, y yo le digo que me voy para mi finca a trabajar como campesino, porque cumplí con la patria y con él. Pero me dijo que estaba equivocado, porque la Revolución empezaba en ese momento y no podíamos dársela a los oportunistas. Ahora es que hay que luchar y el enemigo lo tenemos enfrente y hay que luchar contra él.

“Así me convence de venir en la caravana triunfante. Eso fue una gloria tremenda y es lo que me trae a regresar con el compromiso de toda la vida. Y aquí me ve, presente, miré los inconvenientes y las traiciones. Pero es el amor de este pueblo por lo que se puede dar la vida por él. Merece todo entregarlo por él.

“A mi esposa la conocía en la Sierra. Era maestra. Tuvimos un encuentro no muy familiar. Yo le decía que cómo era posible que fuera maestra y el Ejército la dejara entrar a la Sierra. Tuvimos esa bronca. Pero hace 57 años nos enamoramos. Tuvimos 16 hijos, 38 nietos y 14 bisnietos. Eso es muy bonito en la vida. No hay cosa más linda que la familia, es la base fundamental de la sociedad.

Cuando llegué a La Habana era Comandante de la Sierra y casi analfabeto. Me habían nombrado Segundo Jefe de campamento. Le pedí al padre de la iglesia un maestro. Y cuando Fidel se enteró me dio tres maestros.

“Ingresé a la Universidad por oposición. De ahí me pasaron a la Ñico López y estudiaba en la madrugada. Las 6 y 7 de la mañana era el momento de estudiar. Mi ansiedad era saber. Por eso cogí 5 en todo. Después pasé la Escuela Superior de Guerra y estudié Ciencias Sociales.

Ahora tengo una felicidad tremenda con Flora y Fauna, con la conservación del medio ambiente. He logrado lo más importante, que son los trabajadores de esta empresa. Muchos llevan 20 o 25 años trabajando, con un amor muy grande por la conservación. Porque no hay cosa más bella que la conservación del medio para la vida humana. Esos bosques ayudan a la vida entera. Y hemos logrado una disciplina muy fuerte.

“Creé toda la fuerza de trabajo en brigadas, y un jefe de brigada no tiene más de 7 u 8 hombres, porque si son más no se puede atender a cada hombre. Y me reuní con todos. Me reúno para saber la disciplina en la producción. De ellos aprendo. Esa es una de las cosas que hago constantemente”.

LOS HERMANOS, EL FUTURO…

“Somos una familia de luchadores, de amor a la patria y a nuestro pueblo. Y esa unidad se ha mantenido. Almeida fue mi jefe inmediato, y nos tratábamos más como si fuéramos hermanos, y sentíamos cariño uno por el otro. La muerte de él me causó un efecto muy grande, porque yo pensaba que no nos sorprendería con la muerte. La pérdida de Almeida fue muy fuerte. Ramiro ha sido nuestro compañero inseparable. Y Raúl es el padre de todos nosotros. Es el pensamiento y el alumno mejor que tiene Fidel. Ha seguido todas las ideas y el proceso. Y en la actualidad se ha convertido en el padre nuestro. Por eso le tenemos tanto cariño y aprecio.

“Raúl no fue joven. Se fue a la guerra siendo un niño prácticamente. Tenía veintipico de años cuando desembarcó y ha sido una lucha constante. Y ese es un mérito y un reconocimiento muy grande. No ha disfrutado nada. Todo ha sido sacrificio y lucha, y la Revolución tiene un defensor que hay que admirarlo por todo su quehacer en beneficio del pueblo.

“También tengo mucha fe en nuestra juventud. Tenemos una juventud que no es igualable a ninguna del mundo. Siempre hay oportunistas y han surgido, pero han surgido jóvenes inteligentes y capaces que van a ser los sustitutos nuestros, y tengo confianza plena en ellos. Y nos va a honrar en el futuro de esta Revolución para siempre.

“Nunca estaremos de acuerdo con el imperialismo. Nuestra Revolución tiene que ser eterna. Quiénes la tienen que llevar a cabo: nuestros jóvenes. Esa tradición hay que seguirla. Nuestra juventud debe llevar el signo de la patria en su corazón y en su cabeza las ideas de Fidel y de Raúl, que es lo que los llevará hacia el futuro”.

El Héroe de la República de Cuba, creador y director de la Empresa Nacional para la Protección de la Flora y Fauna, analizó momentos, contó anécdotas y nos acercó a los planos sentimentales de su vida con una naturalidad conmovedora

Mi madre fue una especie de Mariana de su época. Me encomendó que tuviera cuidado, porque los de la ciudad podían regresar a ella cuando no tuvieran espacio en el monte, pero para dónde yo iba a ir, expresó García.

La Revolución es muy compleja. Y la nuestra es única: nació del pueblo, afirmó Guillermo García en la Mesa Redonda

Fidel me sacó de la miseria, del analfabetismo. Pasé dos años y un mes en la montaña. Participé en más de 150 combates y escaramuzas.

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