Nueva York despierta sin luz, inundada y aislada

Nueva York se ha despertado este martes de la pesadilla provocada por el paso de la supertormenta ‘Sandy’ como una ciudad fantasma, con la mitad sur de Manhattan sin luz, los transportes públicos suspendidos y varios de sus puentes y túneles cerrados. Afortunadamente, las comunicaciones van reabriéndose al tráfico. ‘Sandy’ llegó a soplar con vientos de hasta 150 km/h este lunes por la noche, cuando impactó en la costa este de Estados Unidos. Y se ha cobrado la vida, hasta el momento, de al menos 33 personas en Estados Unidos y una en Canadá, lo que eleva el balance total de víctimas en el continente a 100, tras las 67 que había dejado en días anteriores en el Caribe, 51 de ellas en Haití.

Barack Obama, que había asegurado estar más preocupado por la seguridad de los ciudadanos ante la llegada del huracán ‘Sandy’ a la costa este que por su impacto en las elecciones presidenciales del 6 de noviembre, ha declarado este martes ‘zona catastrófica’ las áreas de Nueva York y Nueva Jersey afectadas. La declaración, difundida por la Casa Blanca, pone a disposición de los gobiernos y comunidades locales los fondos, equipos y personal del Gobierno Federal necesarios para afrontar las consecuencias del desastre y socorrer a los damnificados por la tormenta. Obama ha advertido de que la crisis provocada por ‘Sandy’ todavía no ha finalizado y ha prometido hacer lo que sea necesario para manejar el desastre.

El panorama en una de las ciudades más vibrantes del mundo resulta desolador este martes, con las calles desiertas, con excepción de los vehículos de la policía garantizando la seguridad. Ramas y a veces hasta árboles casi enteros yacen en arterias muy transitadas como la Sexta Avenida, mientras que en áreas comerciales como Union Square o Grand Central las tiendas permanecen cerradas. En Manhattan, la parte más afectada es al sur de la calle 40, a partir de la cual decenas de miles de hogares no tienen electricidad. En total son unos 193.000 hogares sin luz en Manhattan, según ha indicado la compañía Con Edison. A este respecto, el presidente del distrito, Scott Stringer, ha explicado que “van a ser un par de semanas muy largas”.

El transporte público, vital para los 8,2 millones de neoyorquinos, permanece interrumpido. El agua del mar ha irrumpido en los pasillos y túneles del metro, superando en algunos casos el nivel de los andenes, y Manhattan permanece incomunicada del resto de la región, con el túnel Lincoln abierto del lado de Nueva Jersey y algunos vehículos circulando por Manhattan Bridge del lado de Brooklyn (sudeste). Por segundo día consecutivo las escuelas están cerradas, al igual que la Bolsa de Nueva York, que espera reanudar mañana sus operaciones. Se ha tenido que evacuar a 200 pacientes de un hospital y se han suspendido ya 14.000 vuelos.

Además, dos reactores nucleares han sido apagados este martes en el este de Estados Unidos debido a los efectos de ‘Sandy’, según ha anunciado la firma que opera las instalaciones. Ubicado en Hancocks Bridge, sobre el río Delaware en Nueva Jersey, el reactor Salem 1 fue detenido cuando cuatro de sus seis bombas de circulación de agua dejaron de funcionar, anunció la empresa Public Service Electric and Gas (PSEG), antes de agregar que el reactor cercano en Hope Creek funcionaba normalmente.

Una larga noche

Tan pronto como ‘Sandy’ tocó tierra cerca de Atlantic City se cumplió la profecía. La marea que empujaba sus vientos racheados de hasta 130 kilómetros por hora empujó las aguas del mar hasta la especie de estuario que forma el llamado ‘Río del Este’. Atrapadas entre el embudo que separa Brooklyn de Manhattan las aguas del mar se desbordaron en paralelo al emblemático edificio de Naciones Unidas y se abalanzaron sobre Manhattan a la altura de la Calle 18.

La Avenida C se convirtió rápidamente en un río que apagó de golpe la central eléctrica de la Calle 14 y arrastró a su paso las furgonas de la Policía aparacadas en la Calle 8. Era un fuerte revés para las autoridades. Esa comisaría abierta de improviso la noche del 11-S del 2001, en medio de la tragedia, había sido concebida como uno de los principales centros de emergencia para este nuevo desastre. El caño de agua se desbordaba a izquierda y derecha de la Avenida C, repartiendo inundaciones por las calles del llamado ‘Alphabet City’, alma del barrio bohemio del East Village. La dimensión de la catástrofe era peor de lo anticipado. Las autoridades habían contemplado la evacuación obligatoria de las viviendas de protección oficial en la Avenida D, la última frontera de Manhattan, pero no pensaron que llegaría tan lejos.

“¡Me siento como en el Titanic!”, decía en estado de shock uno de los vecinos, mientras veía subir el agua. Las basuras de las calabazas de Halloween flotaban por el nuevo río. Las alarmas de los coches se dispararon y los vecinos se agolpaban a oscuras en los bajos, decidiendo qué hacer.

Una potente tormenta tropical

El rumor era que lo peor está por llegar. Los expertos decían que la riada de agua había llegado con la marea baja y dentro de ocho horas volvería a subir, impulsando todavía más agua en esta esquina de la Gran Manzana. ‘Sandy’ ya no es huracán sino una potente tormenta tropical. Lejos de desaparecer, la presencia de otros dos fenómenos atmosféricos al norte y al oeste la obligarán a pasar varios días sobre Nueva Jersey descargando agua y vientos racheados. El aire frío de estos hace que las temperaturas de ‘Sandy’ ya no se parezcan en nada a las del trópico, especialmente para quienes caminaban esta noche hundidos en agua hasta la cintura, intentanto escapar de su maldición.

En el edificio donde vive esta corresponsal los generadores habían quedado bajo el agua y se filtraba a caños por las paredes. Incapaz de hacer funcionar las aguas para evacuarla, el portero llamó a emergencias. “Necesito que me manden ayuda”, suplicó a la empresa propietaria de este y varios edificios de Manhattan. “Imposible llegar hasta ahí”, fue la respuesta. “Haz lo mejor que puedas”. La Policía tenía bastante con intentar rescatar sus instalaciones y los bomberos no dan abasto. La principal preocupación, además de evitar pérdidas humanas y restablecer el fluido eléctrico, era contener la inundación de agua salada que a esta horas corroe las instalaciones del metro y amenaza con no poder restablecer el servicio.

(Con información de ABC)


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